Sentada del 8 de agosto de 2013


UN AMOR DE PESADILLA
Fonso
Le conocí con 20 años en una discoteca y pensé que era el hombre de mis sueños. Pero el caso es que ha venido a ser el hombre de mis pesadillas.
Sus padres, de familia bien puesta, se quedaron gratamente sorprendidos al conocerme el día que Alfredo, que así se llamaba mi hombre, tras mucho insistir, me convenció para que fuera a visitarlos.
Y él me devolvió la visita a no tardar. Y a mis padres les pareció que, aunque yo era ligeramente mayor que él, unos meses, hacíamos una buena pareja.
Pensábamos casarnos al terminar los estudios cuando un suceso desgraciado se interpuso en nuestras relaciones. Fue ello la presencia constante de un fuerte de dolor de cabeza que anunciaba una enfermedad en mi cuerpo, de esas que se conocen como raras porque desconocemos su origen, y a veces hasta su evolución. El caso es que producía en mí un extraño cansancio y me obligaba a pasar la mayor parte del día en la cama.
No mejoraba y, ante la nueva situación creada, Alfredo lo habló con sus padres y estos le aconsejaron que lo dejáramos. Porque, de seguir y casarnos y tener hijos, estos podrían heredar los padecimientos de la madre, o algo peor.
Se avino Alfredo a estas razones y sus padres le compraron una moto para compensarle del disgusto. Porque el caso es que él seguía queriéndome y estaba un poco desesperado con la situación. Con tan mala suerte que un día, que había bebido más de la cuenta, tuvo un accidente que le rompió la columna vertebral.
Y hete aquí que, a la postre, el destino nos hizo quedar en tablas. Eso sí, con la balanza ligeramente a mi favor, porque lo mío no evoluciona mal y tengo esperanza incluso de curación, pero lo que es lo suyo, que se ha roto la médula espinal, es para toda la vida, mientras el cuerpo aguante.
Y ahora fueron mis padres los que intervinieron, cuando los suyos nos pusieron al corriente de estos hechos, negándose a que restableciéramos nuestras relaciones por las mismas o parecidas razones que habían esgrimido los suyos para darme el plantón.
Y no nos vemos y yo continúo pensando en él. ¿Entendéis ahora por qué un amor puede convertirse en una pesadilla?

VISITA SORPRESA
MaryMar
Ayer vinieron a verme mi madre y mi hermana Paloma con sus hijos. Llegaron al Centro, me avisaron por megafonía y bajé hasta la planta baja.
Salimos a la calle, llegamos hasta el parque y nos sentamos en un banco. Allí estuvimos charlando. Me contaron que tienen que operar a mi madre de la vista y que ya me avisarán cuando llegue el momento. Ella está preocupada por la operación, por si sale mal.
Nosotras estuvimos todo el rato sentadas en el banco, pero mis sobrinos no paraban quietos. Mi hermana Paloma me contaba que sigue trabajando haciendo la limpieza en una casa, donde ya lleva cinco años más o menos. No le pagan tanto como desearía, pero la tratan bien y eso es importante.
Sobre mis sobrinos me contaron que van al colegio, donde se lo pasan estupendamente y además aprenden, aunque no se portan demasiado bien, ya que son juguetones y algo despistados.
No les quise preocupar y no les conté que últimamente estoy algo pachucha. Me quedo en la cama muchas horas y me siento cansada.
Esta visita me alegró y me olvidé de mis males.
Después estuvimos en un bar tomando Coca-Cola y unas patatas fritas.
Les pedí dinero para comprarme pulseras. Me lo dieron. Cualquier día le pido a un voluntario que me acompañe a Parquesur y me las compro.
Esta visita me levantó los ánimos. Ojalá vuelvan pronto.

MI CPU
Conchi
La memoria es para mí un mal disco duro con todo tipo de información, mi CPU, el cerebro de la bestia. Cuando ya van pasando los años mi CPU se va deteriorando. Para mí es lo más importante que tiene el ser humano, porque sin memoria no somos nadie. Mi ordenador, si no le metes información, es una máquina tonta, se puede decir así.
Con el ejemplo del Alzheimer se entiende mejor mi imagen. Esa enfermedad le va quitando información a la CPU. Los médicos deberían inventar alguna cosa, ya que la ciencia no para, para estos enfermos que pierden neuronas. Y es una pena, porque se ponen como si fueran niños pequeños, como si tuvieran que empezar a vivir de nuevo. No se acuerdan de nada y las órdenes al cerebro se paran también. Y no saben ni comer, que es algo que aprendemos antes incluso de nacer. Les tienen que enseñar otra vez a comer, a vestirse, a lavarse, a caminar. No se acuerdan dónde tienen que ir ni se acuerdan de hacer la comida ni de ir a la compra ni de apagar el gas... o no saben ni en el día en que viven ni cómo se llaman ni si es su hija o sus hermanos o su marido. No los reconocen y a veces se ponen a llorar como si fueran niños pequeños. Y terminan en centros que dicen de rehabilitación.
Yo tengo una amiga en el CAMF que se llama X, a la que operaron del cerebro y se quedó sin habla. Sin habla y sin las tantas cosas que acompañan al habla. La chica iba a estudiar la carrera de Derecho, pero en 1981 le dijeron que tenía que operarse del cerebro porque tenía un tumor. Y desde entonces la chica se ha quedado en una silla de ruedas. Entramos el mismo día aquí, fijas por fin. Para mí, X es un ejemplo de las putadas que hacen los médicos, que tocaron donde no debían y ella ha quedado parapléjica, peor que yo, y tiene mi misma edad. El fallo médico se llevó por delante su vida de abogada. Y a su padre le mató un camión, que le dio en la cabeza, así que X, que hasta hace poco vivía en su casa, como yo, se tuvo que venir a este centro, el 3 de junio, el mismo día que yo. Comprendo que los médicos son humanos, pero no se pueden hacer estas putadas, que por quitarle un tumor se quede sin habla. Para mí sería lo peor que me podría pasar. También le han salido dos filas de dientes arriba. Esto tiene mala justificación, porque a esa chica le han partido por la mitad. Y ya no se puede hacer nada para solucionarlo.
Pero sigo con lo mío, con mi CPU. La memoria se va perdiendo con los años. Se van perdiendo neuronas y se van perdiendo conexiones. La edad es como un ataque epiléptico, menos destructivo pero más persistente. Y yo algo sé de esto, que por una lesión cerebral se fue al garete mi sistema locomotor al nacer mismamente, que no fue un comienzo fácil el mío. Se cayó mi madre por las escaleras del metro y a mí me comenzó a faltar riego en el cerebro y por eso no puedo andar ni caminar, porque mi sistema nervioso no me lo permite. Para mí esto fue otra gran putada, pero pierdo la voz y es que me muero.

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