Sentada del 29 de agosto de 2013


TE ENCUENTRAS DE TODO
Ramón
A pocos compañeros les ponía trabajar, pero había algunos que disfrutaban más que otros. Yo, contento, el día del sobre. En septiembre, el día 30. Pero lo que es trabajar, no me ponía mucho. Solíamos ser tres en la cuadrilla, cuando la mudanza era grande y usábamos el camión. A veces, en mudanzas pequeñas, iba yo solo con la furgoneta a algún pueblo de los alrededores de Segovia.
Mi padre era el jefe. Cuando mejor me lo pasaba era en los viajes largos. Me tocó ir una vez a París, genial. Y otra, a Roma. El viaje a Roma fue en tres días, y de este primer viaje no recuerdo mucho. Pero recuerdo que al poco volví con el coro en el que cantaba y fue lo más. Estuvimos en Roma y en otras tres ciudades, una Bolonia, pero de las otras dos no me acuerdo y ya me da rabia. Éramos unos treinta en el coro y fuimos todos. Pasamos unos días de verano geniales, una semana intimando con las tías.
Pero estaba hablando del trabajo, que lo hacía para cobrar y que, como cualquier trabajo, era un poco cansino. Pero lo bueno de las mudanzas todavía no lo he contado. Viajar es bueno, y al extranjero mejor que bueno, pero charlar con las clientas, eso ya es lo más. Y yo charlaba mucho. Generalmente, me tocaba recoger de la cuerda los bultos, cuando los subíamos, que colocábamos la garrucha en una terraza para subir las cosas por la fachada. Desde abajo tiraban de la cuerda los compañeros y yo, arriba, recogía los trastos.
Esto me permitía intimar con las clientas. Me invitaban a café, que si luego una copa, y la mudanza podía terminar a saber cómo, toda una mañana subiendo y bajando. Hice muchas amistades con las señoras en estas mudanzas. Y con algunos hombres también, que te encontrabas de todo.

FUERA DE LA LEY
MaryMar
Yo quería las gafas esta mañana para esconderme. Me han presentado a un atracador y no quería verlo. El caso es que me cae bien, es guapo el condenado, y alegre.
Cuando oigo hablar de atracadores por la radio o la tele, siempre me los imaginé así a todos, jóvenes, guapos y alegres. Este que me han presentado hoy está un poco caduco ya, de la edad de James Bond aproximadamente, o sea, un viejo, pero tiene su gracia. Cómo me gustaría bailar con él, aunque sospecho que ya no tendrá piernas para seguirme.
Y para no querer verlo, digo yo que lo he estudiado demasiado bien. ¿Qué tendrá un atracador para que nos guste tanto a las chicas? Un atracador es un fuera de la ley, pero eso debe de ser lo que envidiamos de ellos, me parece, la mayoría de las mujeres. Porque yo creo que las leyes se hicieron, desde las primeras hasta aquí, desde el Código de Hammurabi hasta el Manual de Inquisidores o la Ley del Aborto, para quitarnos de en medio a las mujeres.
O sea, que una mujer desde que nace hasta que muere está condenada a obedecer. Por eso que los que se salen de la ley tienen tanto encanto para nosotras, lo mismo da un atracador que un alcalde de Marbella, aunque el harén de estos segundos es más restringido. Yo miro a la cara a este atracador que acabo de conocer y todo encaja, cada vez me parece más joven y yo, a cada segundo que pasa, quiero vivir más fuera de la ley.

CUADERNO AZUL / 13
Carmen

Lo vi cabizbajo en la acera, impaciente ante el semáforo, preocupado por las últimas letras del coche –quizás maldiciendo a un jefe incompetente pero mucho más joven que él, al que tiene que oír gritar cada día en su oficina del banco Santander. Apenas su mujer y él pueden convivir ya, ella que si gorda y gruñona, él que si aburrido y calvo, pero siguen soportándose día tras día en una existencia triste y destructiva, hasta que la muerte los separe.

El mar pintó negro el vuelo de las gaviotas.

Era él un bruto con bastón, de campo, en sus labios siempre un resto de tintorro y tabaco. Ella era una mujer elegante, los vestidos y las faldas con caída, las manos muy finas, amiga de las plantas y las flores. ¿Qué pudo ver en él esta mujer, que ahora era maltratada por sus puños y su bastón y que no se atrevía ni a mirarle a los ojos?

Suspiraba el agua por un purificador mientras el mar enseñaba su manto de petróleo.

La ilusión había aprendido a llorar si no era cumplida.

Skyline puliendo los cielos.

El grillo insultó al amanecer con su canto.

Marcos está nervioso hoy por el inminente examen, pero tiembla en realidad por aquella chica del segundo banco. Sus ojos y su mente están colgados en su cuerpo, pero su gran timidez le obliga a disimular.

Marta se examina hoy de Francés y su problema es el profesor, sus horribles gafotas como bombillas escrutadoras, pero está segura de que ya no se asustará y que le saldrá bien.

¿Qué es esto? ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago yo aquí? ¿Dónde vivo? El flautista de Hamelín por el Parque de los Olivos y todas las cucarachas y todos los niños encantados.

Mario era un niño muy inteligente, daba clases de piano, de judo, de informática y nunca tenía un minuto libre. Un día uno de sus amigos le pidió ser compañeros en un partido de fútbol. Marcos advirtió que no sabía nada de ese deporte tan vulgar, pero el otro insistió. Y como no sabía chutar, hizo perder a sus amigos y tuvo que llorar con desesperación sus burlas.

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