Sentada del 2 de mayo de 2013


MINIATURAS / XLII
Iñaki
Una alegría,
una tristeza,
maravillas,
puta melancolía.

Escondes la rabia,
perpetúas la rabia
y la rabia destruye tu voluntad.

Pienso
lo que escribo,
estoy seguro.

Aquella palabra bien dicha
no era de nadie,
era no más que una palabra.

No hay cervezas
mal bebidas,
hay cervezas
mal comprendidas.

En el abismo de la soledad
se escucha el silencio
de las voces calladas,
se escucha el abismo.

La música de un amigo,
la música de un corazón,
la música del amigo con corazón.

Todo sucede
porque estamos todos…
y para que suceda
me llamo yo Iñaki
y escribo aquí.

Sigo qué,
no sigo por qué,
por qué,
porque no sigo.

Carnavales,
tengo carnavales,
vendo carnavales,
nunca existieron
otros carnavales.

MIEDO
Conchi
Yo tengo miedo cuando veo un coche cerca de mí, porque ya me pilló uno y les tengo un poco de respeto. Yo estaba cruzando un paso de cebra y una chica en un coche rojo empezó a dar marcha atrás buscando aparcamiento, otra chica que iba en un coche blanco la pitó avisándola de que yo estaba cruzando, pero la del coche rojo no se dio cuenta hasta que me tuvo encima, y gracias que no me tiró de la silla de ruedas. Me hizo un trompo la silla y me quiso llevar al médico, pero yo no quise porque en realidad no me hizo nada, sólo me desplazó un poco la silla.
Desde entonces no salgo sola por la noche porque van los coches como locos, aunque ya me voy atreviendo a salir un poco a la puerta, a verlos pasar. Pero ese es mi miedo, los coches.
A los camiones también les tengo miedo, porque a mi padre le dio un trailer por detrás en la furgoneta. Iban mi padre y mi madre, estaban parados en un semáforo y un poco más y los mata. Los guardias civiles se los llevaron al hospital para que les hicieran una radiografía de las cervicales.
Por aquel entonces yo era medio pensionista en el CAMF de Leganés y mis padres me tenían que recoger a las 5 y media de la tarde, que era mi hora de salida. Ese día eran las 10 de la noche, no habían venido a por mí y yo me empecé a preocupar. Porque mis padres no eran de irse de juerga por ahí y dejarme en la residencia sin avisar.
Mi madre por fin salió del hospital y vino en un taxi a recogerme. Me contó que habían tenido un accidente y que a mi padre seguían haciéndole pruebas porque le dolían las cervicales.
Nos fuimos a casa en el mismo taxi. Mi padre, cuando terminaron con él, se volvió loco buscando a mi madre en el hospital. Y cuando no la encontró –ella jura que le había dicho que se iba por mí, pero él dice que no la oyó– vino al CAMF a buscarnos a las dos.
Aquí fue que el vigilante de noche le dijo que ya no estábamos, que nos habíamos ido a casa. Y entonces él se volvió cabreado por haber perdido el tiempo.
En realidad, no es que tenga miedo a los camiones, a lo que tengo miedo es a quedarme sola. El día que me falte mi madre yo me emborracho, porque las penas con vino son menos, y después me muero de miedo.

LAS DROGAS
Rosa
A la humanidad le duele la cabeza. La gripe no es de ahora, ni siquiera la gripe del pollo. Nos acompaña desde que tenemos memoria del primer hombre. Al primer hombre le dolía la cabeza. La pregunta: ¿Y tú quién eres?, que le hizo la primera mujer, es el virus que lo martiriza para siempre.
Nadie ha sabido contestar con exactitud a esa pregunta y por eso que nadie está del todo de acuerdo con la respuesta de cualquier otra persona. Unos dicen que somos mentirosos y traidores, e incluso lo demuestran proclamándose mentirosos y traidores ellos mismos. Lo cual sí implica que estos tipos no son lógicos, al confundir a los demás con ellos mismos.
Aunque tampoco se les puede hacer mucho caso si son mentirosos como dicen, pues un mentiroso es poco verdadero, si es que no es falso del todo.
Otros proclaman sin embargo que el hombre es verdadero, y estos son mayoría aunque no lo parezca. ¿Pero el hombre es verdadero en qué sentido? Se dice para demostrar la tesis que las personas somos verdaderamente gente confusa, y se dice muy seriamente. ¿Se puede ser verdadero y estar también confundido? Parece ser que sí, parece que el peso de la verdad confunde, parece ser que es imposible conocer la verdad y no tener miedo.
Quiero decir que, según proclama la mayoría de los humanos, y esto es estadística, el hombre verdadero es el hombre perplejo, viva este sentado en su silla de ruedas o viva de pie, se drogue con calmantes o con estimulantes o con los dos elixires. Pero ninguna droga, sin embargo, nos quitará este dolor de cabeza de no estar seguros de casi nada.

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