Sentada del 27 de junio de 2013


EL AMOR ES UN GRIFO QUE GOTEA
Conchi
El amor se ve a larga distancia. Un chico enseguida se enamora de ti cuando ve estos ojos oscuros y brillantes y esta mirada penetrante. Ahí empieza la cosa, que parece que se encendió y se le ven chiribitas en los ojos.
Y desde ahora ya Cupido no deja de trabajárselo, el chico que empieza a dar besos en la boca y la chica que empieza a decir: “Qué cuerpazo tienes”, y el chico que responde: “Pues tu pelo, qué pelo más largo tienes”. Y la chica se llamaba Conchi, no sé para qué lo digo, y el chico se llamaba Suso.
Todo empezó una mañana de primavera, el 15 de marzo. Y después de aquello, todavía me dijo: “Que ojos más bonitos tienes”, y yo le tuve que decir ya: “Pues no me conociste antes, cuando era resultona de verdad. Ahora no me gusta el cuerpo que tengo, que ya se sabe que los años engordan y luego envejecen”.
Pero, en fin, ese chico está para hacerle un favor a todas horas. Es un cuerpo danone que mide más de dos metros. Y vive en Ferrol, y sólo le veo cuando viene aquí de estancia temporal. Ojalá le dieran la plaza fija para estar todos los días con él.
Se metió por medio otra chica que se llama Juani, me lo birló y ahora ella está por él, y está más coladita que la lona de un circo.
Y me ha dicho que no se me ocurra acercarme a él, porque nos vamos a ver las caras en la calle, y que me va a tirar de los pelos.
No he tenido más remedio que pasarme a su hermano Felipe, hermano del chico, de Suso. Cada vez que lo veo ahora se me hacen los ojos lumbres y me parece que estoy en el firmamento.
Ojalá que yo estuviera bien para irme con él de marcha a las discotecas y a tomar copas. Y que pudiera trabajar y así echarle una mano con los gastos, para ingresar los dos en un futuro y que no tuviera que mantenerme, porque eso me lo sé yo, que los tíos que mantienen a las tías se hartan, y si lo hacen es por compasión o por lástima.
A mí me gustaría casarme con el Felipe, pero en realidad ya tiene novia. Lo cierto es que no me importaría que la dejara y se casase conmigo. Pero esto sólo pasa en los cuentos de hadas y, en la realidad, el amor es un grifo que gotea.

VAYA POR DIOS, LA MUERTE
Mercedes
En este verano hemos tenido de todo, regular, menos bueno y más bien malo.
Os voy a contar lo más bien malo de este verano. Mi madre no es joven y ya le cuesta manejarse conmigo, porque se cansa un poco. Aquí donde me veis, tan grácil y alegre, yo soy pesada como cualquier sólido, más todavía cuando me tienen que coger en brazos que cuando hablo y no me entendéis, que ya es decir.
Pues bien, nos fuimos mi madre y yo de vacaciones a Benidorm. El hotel estaba un poco lejos de la playa y mi madre empujaba mi silla. Lo peor era la cuesta arriba, al volver de la playa.
Os decía que mi madre no es joven. Pues mis tías tampoco lo son, sus hermanas. Y a una de ellas se le ha ocurrido morirse este verano, precisamente cuando más lejos estábamos mi madre y yo de ella.
Tuvimos que interrumpir las vacaciones para acompañarla en su último viaje. Y ya no era cosa de volver a la playa.
A mí me da que el tiempo de la muerte es siempre inoportuno, o sea, nunca jamás es bienvenida la señora.
Pero ya que nos empeñamos en morirnos, cosa que tampoco está tan mal, mejor hacerlo en invierno, digo yo, que los días son más cortos y hay menos tiempo para llorar.

LA CODICIA LE PERDIÓ
MaryMar y adredista 7
El tipo aquel, Carlos, era pero que muy codicioso. Sólo pensaba en el dinero. Y en sus amigos ricos, para saquearlos. Buscaba el dinero en lugar de la amistad.
Comenzó trabajando en un Banco para estar cerca del money money. A su banco iban con frecuencia señoras, a poner el dinero en una cartilla a nombre de sus hijos. Él aprovecha para seducirlas y después les hacía chantaje. Primero una y luego otra, no tenía fin aquel chollo. Las llamaba y amenazaba con irse de la lengua si no ponían sus ahorros a su nombre, en vez del de su hijo.
–María, si no me das la pasta, le cuento a tu hijo tus manejos, y sé muchos, tú lo sabes.
Con el dinero de los chantajes se fue haciendo una fortunita, que invirtió en pisos cuando la burbuja estaba que quería que no quería iniciar su camino. O sea, que se hizo de oro en unos pocos años y se pudo comprar hasta un yate y un jet, como cualquier Pocero de Seseña que se precie.
En sus mansiones, sus muchos criados cobraban sueldos de miseria.
–Es que si os hago ricos, ya no me vais a trabajar.
Están con él porque es el único trabajo que encuentran.
También tenía otra mansión al lado del mar y solía ir allí con sus dos hijos algunos fines de semana. Sin embargo, para mantener aquello abierto tenía que gastar bastante dinero, y eso no iba con él. Dejó que se fuese deteriorando poco a poco.
Y lo mismo le ocurría con el yate, con el jet y con sus otras casas, que no hacía más que gastar y no ingresaba nada.
Fue cuando se le ocurrió, puesto que la mayoría de sus criados eran rumanos, ponerles a todos a pedir a las puertas de las iglesias, disfrazados de pordioseros. Con las limosnas se pagaban el sueldo y aún Carlos tenía liquidez para aumentar su patrimonio, en vez de reducirlo.
Pero, ay amigo, eso era intrusismo. Y otro rumano llamó a la policía y se descubrió el pastel, pues sus empleados no le tenían ninguna simpatía al señor y cantaron.
Y así fue como apareció una pareja en casa de Carlos y se lo llevó esposado.

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