Fuera de la ley


MaryMar
Yo quería las gafas esta mañana para esconderme. Me han presentado a un atracador y no quería verlo. El caso es que me cae bien, es guapo el condenado, y alegre.
Cuando oigo hablar de atracadores por la radio o la tele, siempre me los imaginé así a todos, jóvenes, guapos y alegres. Este que me han presentado hoy está un poco caduco ya, de la edad de James Bond aproximadamente, o sea, un viejo, pero tiene su gracia. Cómo me gustaría bailar con él, aunque sospecho que ya no tendrá piernas para seguirme.
Y para no querer verlo, digo yo que lo he estudiado demasiado bien. ¿Qué tendrá un atracador para que nos guste tanto a las chicas? Un atracador es un fuera de la ley, pero eso debe de ser lo que envidiamos de ellos, me parece, la mayoría de las mujeres. Porque yo creo que las leyes se hicieron, desde las primeras hasta aquí, desde el Código de Hammurabi hasta el Manual de Inquisidores o la Ley del Aborto, para quitarnos de en medio a las mujeres.
O sea, que una mujer desde que nace hasta que muere está condenada a obedecer. Por eso que los que se salen de la ley tienen tanto encanto para nosotras, lo mismo da un atracador que un alcalde de Marbella, aunque el harén de estos segundos es más restringido. Yo miro a la cara a este atracador que acabo de conocer y todo encaja, cada vez me parece más joven y yo, a cada segundo que pasa, quiero vivir más fuera de la ley.

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