El amor es un grifo que gotea


Conchi
El amor se ve a larga distancia. Un chico enseguida se enamora de ti cuando ve estos ojos oscuros y brillantes y esta mirada penetrante. Ahí empieza la cosa, que parece que se encendió y se le ven chiribitas en los ojos.
Y desde ahora ya Cupido no deja de trabajárselo, el chico que empieza a dar besos en la boca y la chica que empieza a decir: “Qué cuerpazo tienes”, y el chico que responde: “Pues tu pelo, qué pelo más largo tienes”. Y la chica se llamaba Conchi, no sé para qué lo digo, y el chico se llamaba Suso.
Todo empezó una mañana de primavera, el 15 de marzo. Y después de aquello, todavía me dijo: “Que ojos más bonitos tienes”, y yo le tuve que decir ya: “Pues no me conociste antes, cuando era resultona de verdad. Ahora no me gusta el cuerpo que tengo, que ya se sabe que los años engordan y luego envejecen”.
Pero, en fin, ese chico está para hacerle un favor a todas horas. Es un cuerpo danone que mide más de dos metros. Y vive en Ferrol, y sólo le veo cuando viene aquí de estancia temporal. Ojalá le dieran la plaza fija para estar todos los días con él.
Se metió por medio otra chica que se llama Juani, me lo birló y ahora ella está por él, y está más coladita que la lona de un circo.
Y me ha dicho que no se me ocurra acercarme a él, porque nos vamos a ver las caras en la calle, y que me va a tirar de los pelos.
No he tenido más remedio que pasarme a su hermano Felipe, hermano del chico, de Suso. Cada vez que lo veo ahora se me hacen los ojos lumbres y me parece que estoy en el firmamento.
Ojalá que yo estuviera bien para irme con él de marcha a las discotecas y a tomar copas. Y que pudiera trabajar y así echarle una mano con los gastos, para ingresar los dos en un futuro y que no tuviera que mantenerme, porque eso me lo sé yo, que los tíos que mantienen a las tías se hartan, y si lo hacen es por compasión o por lástima.
A mí me gustaría casarme con el Felipe, pero en realidad ya tiene novia. Lo cierto es que no me importaría que la dejara y se casase conmigo. Pero esto sólo pasa en los cuentos de hadas y, en la realidad, el amor es un grifo que gotea.

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