Sentada del 29 de noviembre de 2012


LA GRAN CALAMIDAD
Laura
Mi asistente personal, que es mi amiga después de tres años de acompañarme, es una mujer con muchas agallas. Se vino con su marido y sus dos hijos de Rumanía sin conocer nada, ni idioma ni oficio. Siempre ha trabajado en lo que salía, sobre todo de asistente. Su preocupación hoy es su marido, que trabaja en la construcción y está en el paro. Hace falta mucho valor para enfrentarse en sus condiciones al paro, esa gran calamidad, y a la incertidumbre de no tener para alimentar mañana a tus hijos. Yo quiero mucho a mi amiga y la admiro por abrir los ojos cada mañana y sonreír todavía a la vida.

HAY PELIGROS Y PELIGROS
Rafa
Como hay placeres distinguidos y placeres más corrientitos, los peligros también tienen pedigrí. Te puedes tirar en parapente, en ala delta y romperte la columna, o rompértela haciendo puenting, haciendo escalada libre, en fin, asumiendo riesgos bastante inútiles.
Pero si trabajas en la construcción, estás levantando un edificio de muchas plantas, eres el listero y te mueves por allí, entre tablas con puntas, sacos y escombros, el peligro de caerte es constante, y además inevitable. Y por supuesto, con el miedo consiguiente a partirte la cabeza en cualquier momento si no apoyas los bastones en el sitio adecuado.
En fin, que hay peligros y peligros, como hay días y hay días.

CUADERNO AZUL / 7
Carmen
Campanas que tocan a muerto, que tocan a bodas, que avisan de incendios… Pienso ahora en los conventos, en las monjas forzadas a encerrarse, encarceladas en sus celdas… El convento era otra forma de esclavizar a una mujer, a pesar del milagro de Sor Juana Inés de la Cruz llenando páginas…

Sí, deberían casarse monjas y curas, pienso que sí. Se cuentan historias de cementerios de fetos en conventos de Talavera de la Reina y por ahí.

Al poco de estar en los Madriles conocí a un pianista de trajes grises, gordo, elegante, comprando siempre el pan. Sus andares nerviosos anunciaban algo raro. Nos oyó a mi madre y a mí hablando del virtuosismo de no se qué guitarrista y saltó: –Señora, usted será muy virtuosa, pero de música… Y me decía mi madre: –Los nervios lo llevan, este hombre tiene la azotea a componer.

En una residencia destartalada de Ávila, en la que las propias compañeras nos teníamos que ayudar porque apenas había personal, el director era un tipo muy complejo: pianista y director de orquesta, pedagogo, psicólogo, director de colegio especial, profesor. Y cuando se aburría, director de escolanía y arreglador de órganos antiguos. Bajito, elegante, uno de esos hombres que siempre creen tener razón, pero capaz de besar por sorpresa para felicitarte.

Último cuadro escénico, ganar tiempo… tiempo. A veces, como soy una tortuga reumática, gano acostándome con el pantalón puesto o con la camisa, si salgo de excursión a la mañana siguiente…

Soy especialista en perder tiempo. A veces me quedo pensando y me pongo a hacer las cosas a última hora. Quizá tendría que pensar en ser útil, pero es tan aburrido… Quizás esto que escribo sea útil.

Ser útil, no sé, a veces ayudo a compañeros en el cuarto de baño, por sus manos temblonas, que cuando no estoy lo tienen chungo…

Quizá el ejecutivo que trabaja en una gran empresa es muy útil, pero no tiene horas para sus hijos… Y lo supla siendo el Papá Noel que los malcría.

Los jóvenes hasta las 7 de la mañana en la disco se divierten, no pierden el tiempo. O sí, como ese vasco que dice que en Euskadi follar no es pecado porque es un milagro.

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