LA
GRAN CALAMIDAD
Laura
Mi
asistente personal, que es mi amiga después de tres años de
acompañarme, es una mujer con muchas agallas. Se vino con su marido
y sus dos hijos de Rumanía sin conocer nada, ni idioma ni oficio.
Siempre ha trabajado en lo que salía, sobre todo de asistente. Su
preocupación hoy es su marido, que trabaja en la construcción y
está en el paro. Hace falta mucho valor para enfrentarse en sus
condiciones al paro, esa gran calamidad, y a la incertidumbre de no
tener para alimentar mañana a tus hijos. Yo quiero mucho a mi amiga
y la admiro por abrir los ojos cada mañana y sonreír todavía a la
vida.
HAY
PELIGROS Y PELIGROS
Rafa
Como
hay placeres distinguidos y placeres más corrientitos, los peligros
también tienen pedigrí. Te puedes tirar en parapente, en ala delta
y romperte la columna, o rompértela haciendo puenting, haciendo
escalada libre, en fin, asumiendo riesgos bastante inútiles.
Pero
si trabajas en la construcción, estás levantando un edificio de
muchas plantas, eres el listero y te mueves por allí, entre tablas
con puntas, sacos y escombros, el peligro de caerte es constante, y
además inevitable. Y por supuesto, con el miedo consiguiente a
partirte la cabeza en cualquier momento si no apoyas los bastones en
el sitio adecuado.
En
fin, que hay peligros y peligros, como hay días y hay días.
CUADERNO
AZUL / 7
Carmen
Campanas
que tocan a muerto, que tocan a bodas, que avisan de incendios…
Pienso ahora en los conventos, en las monjas forzadas a encerrarse,
encarceladas en sus celdas… El convento era otra forma de
esclavizar a una mujer, a pesar del milagro de Sor Juana Inés de la
Cruz llenando páginas…
Sí,
deberían casarse monjas y curas, pienso que sí. Se cuentan
historias de cementerios de fetos en conventos de Talavera de la
Reina y por ahí.
Al
poco de estar en los Madriles conocí a un pianista de trajes grises,
gordo, elegante, comprando siempre el pan. Sus andares nerviosos
anunciaban algo raro. Nos oyó a mi madre y a mí hablando del
virtuosismo de no se qué guitarrista y saltó: –Señora, usted
será muy virtuosa, pero de música… Y me decía mi madre: –Los
nervios lo llevan, este hombre tiene la azotea a componer.
En
una residencia destartalada de Ávila, en la que las propias
compañeras nos teníamos que ayudar porque apenas había personal,
el director era un tipo muy complejo: pianista y director de
orquesta, pedagogo, psicólogo, director de colegio especial,
profesor. Y cuando se aburría, director de escolanía y arreglador
de órganos antiguos. Bajito, elegante, uno de esos hombres que
siempre creen tener razón, pero capaz de besar por sorpresa para
felicitarte.
Último
cuadro escénico, ganar tiempo… tiempo. A veces, como soy una
tortuga reumática, gano acostándome con el pantalón puesto o con
la camisa, si salgo de excursión a la mañana siguiente…
Soy
especialista en perder tiempo. A veces me quedo pensando y me pongo a
hacer las cosas a última hora. Quizá tendría que pensar en ser
útil, pero es tan aburrido… Quizás esto que escribo sea útil.
Ser
útil, no sé, a veces ayudo a compañeros en el cuarto de baño, por
sus manos temblonas, que cuando no estoy lo tienen chungo…
Quizá
el ejecutivo que trabaja en una gran empresa es muy útil, pero no
tiene horas para sus hijos… Y lo supla siendo el Papá Noel que los
malcría.
Los
jóvenes hasta las 7 de la mañana en la disco se divierten, no
pierden el tiempo. O sí, como ese vasco que dice que en Euskadi
follar no es pecado porque es un milagro.
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