Conchi
Yo
soy una tía muy generosa con quien me da la gana. Doy cualquier cosa
sin pedir nada a cambio. Aunque a veces me arrepiento porque hay
mucha gente aquí, quiero decir, en la residencia, que luego te mete
puñaladas traperas.
Como
por ejemplo El Calvo, que cada vez que se le cae una cosa (que suele
ser cada dos por tres) allí estoy yo como una tonta para ayudarle. Y
él aprovecha, ésta o la próxima oportunidad, para empujarme con su
silla de ruedas. Y yo me digo: Me
dan ganas de no ayudarle,
y pienso: Es
un cabrón redomado.
Pero sigo ayudándole, porque me digo yo que algún día cambiará.
Pero
no es así, el Calvo no cambia. Yo sin embargo sigo pensando: Hay
que ayudar a los demás.
Pero
El Calvo me lo está poniendo muy difícil y el día menos pensado le
voy a tener que poner en la comida cianuro. Y cuando esté muerto, le
voy a trocear para meterle en una maleta y tirarle a un contenedor.
Su
mujer me mira con una cara... creo que sospecha algo. También me la
voy a tener que cargar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario