En Ferrol, de intercambio -3


HeavyMetal
Empezamos la rutina otra vez, no pasa nada, estoy en Leganés.
Tenemos que tirar el centro de Leganés y hacer uno nuevo.
Vaya unos 25 días, este verano. Para mí han sido muy especiales.
En el año 92, cuando ingresé allí, Ferrol era una ciudad de muertos.
En Catabois solo existía el CAMF y el hospital Arquitecto Marcide.
Y en Ferrol, el Arsenal y la estatua de Franco, y poco más.
Los astilleros ya se habían ido a tomar po'l culo.
Estuve un día en Ferrol Vello, toda la parte de Los Irmandiños y Plaza Vella, por Cantón de Molins.
Allí me encontré a un buen hombre que me acompañó y pasamos la tarde juntos.
Me comentó:
Haces bien en vivir en Madrid, porque esta es una ciudad muerta desde que borraron al Caudillo Paco de su nombre.
Era un nostálgico. Me paseó por el Arsenal y me hablaba en galego.
Me lo contó todo de la historia de la ciudad. Le interesaba la cosa militar sobre todo, que a mí no me va.
Era sábado y el buen hombre, un poco facha, me paseó por el Museo Naval, dentro del Arsenal.
Salas petadas de maquetas de barcos de grandes dimensiones, banderas, armamento, cartografía, velas y utensilios de marinos, cosas.
Mola más el Dique de la Campana, el más grande en su momento, que también me lo explicó.
Se lució el ingeniero Comerma, no sé qué hizo en este dique con la fuerza de las mareas que todavía funciona, y lo van a declarar Patrimonio de la Humanidad.
He traído muchísimas historias de la ciudad.
En el año 92 tenía a los maderos hasta los huevos.
Un día fui con Olegario a la discoteca. Hasta ahí, perfecto.
Luego, para subir a la residencia, todo Catabois es cuesta arriba. Mi amigo Olegario subió poco a poco. Yo me quedé atrás y paré una lechera de la madera y me subieron ellos.
Otra noche, iba solo a Onda, otra discoteca. En esto que se para la Cruz Roja por Carretera de Castilla y me devuelven al centro por la cara.
Al llegar, estaba Juan en Recepción, y les dice:
¡Piraos! Que Gabriel iba a la discoteca, que le habéis jodido la noche.
Y los pringaos me bajaron hasta la misma puerta de Onda. Luego volví en un taxi.
Ahora, esta salida del centro por Catabois, la carretera, es una calle más presentable.
Se conoce que Fraga, antes de morir, se pasó por aquí e hizo un favor a los cojos. ¡Como él tampoco andaba ya muy allá!
Hace dos días, este mismo verano, cuando subía a las doce y media, una piva paró el coche:
Vamos, moreno, que te subo hasta donde quieras.
Así son estas gallegas.
El segurata, que me estaba esperando, me comenta envidioso:
Qué bien te lo montas, Heavy.

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