Sentada del 2 de agosto de 2012


MINIATURAS / XXXVII

    Iñaki

Tierra de nadie,
tierra de caminos,
tierra fértil.

Caras nuevas, voces nuevas,
comida novedosa y abundante,
la misma hipocresía.

Despido el año
con el corazón renovado,
despido el año
con un abrazo al mundo:
abrazo al Nuevo Año.

Amanece
el más bello crepúsculo,
atardece
entre hojas secas
y en el anochecer,
un frío cariñoso.

Andando estoy
el camino que me queda,
¿pero dónde me encuentro?

Un grito de libertad,
un grito de vida,
un grito de felicidad,
gritar...
merece la pena gritar
la propia felicidad
y gritar
¡somos felices!

Porque te quiero tanto,
porque pienso que te quiero tanto,
porque ni te vería si no te quisiera.

Ellos no ven
lo que hay que ver,
pero yo no estoy ciego
y veo.

RIESGOS
Rafa
¡Lo que no hay que hacer para que te den el sobre al terminar la semana! He compartido mi trabajo en muchas obras con los hombres más osados y atrevidos, esos que se mueven durante toda una jornada sobre el filo de una viga de hierro o sobre un andamio, suspendidos en el vacío sin estar sujetos a ningún medio de agarre: ellos son los valientes.
Miro un rascacielos hoy y todavía veo a los mil hombres que lo construyeron jugándose la vida en lo que se llama tiempos de paz.

LA OPERACIÓN
Víctor
Que sepáis que yo estoy en silla de ruedas porque me operaron de los pies y me dejaron peor.
Antes andaba con muletas. Tenía un poco torcidos los pies, pero caminaba. Aunque me caía algunas veces.
David y yo compartíamos colegio, el INRI (Instituto Nacional de Rehabilitación de Inválidos). Si alguna vez me caía y David me veía, acercaba su silla, yo me agarraba y volvía a ponerme de pie. Y todavía David procuraba alcanzar mis muletas, las ponía en mis manos y yo volvía a caminar.
Cuando decidí que me operaba, David no quería.
No te operes, que los cirujanos son unos carniceros –me decía.
David casi nunca se ha equivocado al tomar decisiones.
Después de la operación, todavía estuve un año en el INRI, pero ya en silla de ruedas, como David.
Hacíamos carreras David, José Carlos y yo. Siempre ganaba David, pero nos reíamos mucho los tres. Fueron buenos años.
Ahora David es un tipo muy independiente, pero siempre que lo necesito, está dispuesto a echarme una mano. Cuando mi depre de hace unos años, David me acompañaba todas las noches, hasta que se me pasaba el miedo a la oscuridad y podía dormir.
También iban Gabriel y Conchi a verme. Pero David es como mi hermano, me observa desde lejos y, si necesito algo, siempre viene en mi socorro.

No hay comentarios: