CODICIOSO
Isabel
Era
un hombre como pocos hombres. Su nombre ya anunciaba desde la pila lo
que llegaría a hacer, pero más vale que aquí no lo revelemos, de
modo que le llamaremos N.
Rodolfo,
este nombre sí figura en la historia, era su mejor amigo. A él le
tocó sufrir las consecuencias de la codicia de N. Rodolfo era muy
robusto. Tenía un parche en el ojo izquierdo, pues perdió el ojo en
una pelea que tuvo cuando tenía diez años, por no querer dar su
bocata a un hombre de veinte.
Pues
esto pasó. Este hombre, el mejor amigo de Rodolfo, el codicioso, N,
tuvo un accidente de tráfico. Y conducía Rodolfo, que el peligro
llegó por la izquierda y no pudo reaccionar a causa de la falta de
visión.
A
consecuencia de ello, N se hizo una brecha en el lado derecho de la
cara, que le dieron más de veintiocho puntos. Era tan grande que se
le veía a la legua.
Y
así fue como N le amenazó, diciendo: “Esto
te va a costar un ojo de la cara”.
N siempre hacía cálculos inflados, cuando se trataba de cosas de
dinero, y más en tiempos de crisis. Y pensó que una cirugía
estética —con la que siempre había soñado— le vendría como
anillo al dedo.
Ante
la amenaza de quedarse sin el otro ojo, Rodolfo le dio a N lo único
que tenía: su plaza en el mausoleo más lujoso del cementerio. Era
lo que más deseaba N, una tumba así, con mucho sol y calefacción
para toda la eternidad.
Rodolfo
nunca pudo saber por qué N, de quien se decía que sus cálculos
eran fríos, ambicionaba tanto calor después de la muerte.
RATONES
MaryMar y adredista 7
Juli
es una chica moderna. Sus vestidos están siempre a la última moda.
Lleva muchos adornos, sobre todo en las muñecas, ya que le gustan
mucho las pulseras. Los colores de su ropa son siempre muy alegres.
Le gustaría comprarse toda la ropa que ve por los escaparates, pero
se da cuenta de que si la comprase, le faltaría dinero para cubrir
las necesidades más cotidianas, como comer. Se permite, de vez en
cuando algún extra, como por ejemplo comprarse alguna pulsera que no
sea muy cara y nada más.
Pero
un día a Juli le tocó un buen pellizco en la lotería. Lo primero
que pensó fue en darse la gran vida, viajar por todo el mundo y
comprar un coche nuevo. Pero se dio cuenta de que siguiendo ese tren
de vida se quedaría arruinada en un pispás. Y decidió meter el
dinero en un banco.
Pero
su amiga Pilar desconfiaba mucho de los bancos y le aconsejó que
guardase el dinero cerca de ella, en su propia casa.
Juli
buscó un lugar en el sótano y guardó allí el dinero, cubierto por
unas mantas.
Al
cabo de un tiempo, cuando gastó lo que había dejado en la caja de
la cocina, fue a buscar algo de dinero para hacer un buen regalo y
encontró los billetes agujereados por los ratones, que allí vivían
a sus anchas.
Aún
pudo salvar unos cuantos, que inmediatamente ingresó en un banco,
por fin.
–De
eso se aprovechan los bancos, de los ratones –le dijo su amiga
Pilar, al enterarse, muy enfadada.
ALICIA
Y EL MIEDO
Estrella
ELLA
nació en la capital de Madrid. Es una chica abierta, cordial y de
una personalidad arrolladora. En el momento del relato tenía 19
años, era delgada, morena, con gafas y una larga y lisa melena que
le colgaba sobre los hombros.
En
sus recuerdos le vienen imágenes de la soledad que sentía cuando su
familia la dejaba sola en casa. ELLA tenía un miedo atroz al
abandono y la soledad. El más mínimo chasquido hacía que se le
acelerara el corazón pensando que era la puerta que se abría, o
alguien escondido en los armarios, o debajo de la cama. Este miedo la
incitaba a la curiosidad y con valor iba hacia donde había oído el
ruido, sin encontrar nada.
Esperaba
impaciente la vuelta de sus padres para hablarles de sus miedos y de
su preocupación. Cuando ellos regresaban y ELLA se lo explicaba la
respuesta siempre era parecida: se reían de su inocencia o la
aconsejaban que no se pusiera tan nerviosa.
Con
el tiempo cada vez le hacían menos caso y esta actitud a ella la
dolía enormemente.
Un
día sus padres se fueron al cine, dejándola nuevamente sola. ELLA
decidió relajarse con un baño de sales y espuma. Cuando terminó de
acicalarse, se preparó unas palomitas en el microondas y se dispuso
a ver relajada una película, olvidándose por completo de sus miedos
habituales.
Decidió
poner una película de Alfred Hitchcock para enfrentarse a la
situación y ser más valiente. Eligió la de Psicosis,
sin duda muy poco adecuada para una persona miedosa. Y queriendo
ahuyentar sus miedos de una vez por todas, decidió apagar la luz
para que la escena quedase mejor dibujada.
Estaba
completamente ensimismada en la película cuando sintió el sonido
metálico de la cerradura tras de sí. Estremecida, se le cortó la
respiración y, para colmo, en la película sonaban los sonidos
estridentes de la horrible escena del asesinato en la ducha, con la
víctima tumbada inerte sobre el charco de su propia sangre.
Alicia,
que así se llamaba ELLA, sintió que la sangre en la tele reflejaba
su propia imagen.
Se
quedó completamente petrificada mientras los pasos avanzaban hacia
ella. Oía los latidos de su corazón, pump, pump, pump, pump... no
tenía fuerzas para girarse.
Lo
siguiente que percibió al abrir los ojos con dificultad fue la cara
de una enfermera que le estaba tomando el pulso.
ELLA
se encuentra tumbada en una camilla. Le dicen que llevaba varias
horas inconsciente antes de que la encontrara su familia tendida en
el suelo, amordazada y con las gafas rotas en el suelo. Habían
entrado a robar en su casa dejándola limpia del todo.
Las
lágrimas afloran a sus ojos, aliviada al ver a sus padres que van
directamente a abrazarla, pidiéndola perdón por no haber creído en
sus miedos, miedos que en esta ocasión les han invadido a ellos
mismos.
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