Sentada del 28 de junio de 2012


CODICIOSO

Isabel

Era un hombre como pocos hombres. Su nombre ya anunciaba desde la pila lo que llegaría a hacer, pero más vale que aquí no lo revelemos, de modo que le llamaremos N.
Rodolfo, este nombre sí figura en la historia, era su mejor amigo. A él le tocó sufrir las consecuencias de la codicia de N. Rodolfo era muy robusto. Tenía un parche en el ojo izquierdo, pues perdió el ojo en una pelea que tuvo cuando tenía diez años, por no querer dar su bocata a un hombre de veinte.
Pues esto pasó. Este hombre, el mejor amigo de Rodolfo, el codicioso, N, tuvo un accidente de tráfico. Y conducía Rodolfo, que el peligro llegó por la izquierda y no pudo reaccionar a causa de la falta de visión.
A consecuencia de ello, N se hizo una brecha en el lado derecho de la cara, que le dieron más de veintiocho puntos. Era tan grande que se le veía a la legua.
Y así fue como N le amenazó, diciendo: “Esto te va a costar un ojo de la cara”. N siempre hacía cálculos inflados, cuando se trataba de cosas de dinero, y más en tiempos de crisis. Y pensó que una cirugía estética —con la que siempre había soñado— le vendría como anillo al dedo.
Ante la amenaza de quedarse sin el otro ojo, Rodolfo le dio a N lo único que tenía: su plaza en el mausoleo más lujoso del cementerio. Era lo que más deseaba N, una tumba así, con mucho sol y calefacción para toda la eternidad.
Rodolfo nunca pudo saber por qué N, de quien se decía que sus cálculos eran fríos, ambicionaba tanto calor después de la muerte.

RATONES

MaryMar y adredista 7

Juli es una chica moderna. Sus vestidos están siempre a la última moda. Lleva muchos adornos, sobre todo en las muñecas, ya que le gustan mucho las pulseras. Los colores de su ropa son siempre muy alegres. Le gustaría comprarse toda la ropa que ve por los escaparates, pero se da cuenta de que si la comprase, le faltaría dinero para cubrir las necesidades más cotidianas, como comer. Se permite, de vez en cuando algún extra, como por ejemplo comprarse alguna pulsera que no sea muy cara y nada más.
Pero un día a Juli le tocó un buen pellizco en la lotería. Lo primero que pensó fue en darse la gran vida, viajar por todo el mundo y comprar un coche nuevo. Pero se dio cuenta de que siguiendo ese tren de vida se quedaría arruinada en un pispás. Y decidió meter el dinero en un banco.
Pero su amiga Pilar desconfiaba mucho de los bancos y le aconsejó que guardase el dinero cerca de ella, en su propia casa.
Juli buscó un lugar en el sótano y guardó allí el dinero, cubierto por unas mantas.
Al cabo de un tiempo, cuando gastó lo que había dejado en la caja de la cocina, fue a buscar algo de dinero para hacer un buen regalo y encontró los billetes agujereados por los ratones, que allí vivían a sus anchas.
Aún pudo salvar unos cuantos, que inmediatamente ingresó en un banco, por fin.
De eso se aprovechan los bancos, de los ratones –le dijo su amiga Pilar, al enterarse, muy enfadada.

ALICIA Y EL MIEDO

Estrella

ELLA nació en la capital de Madrid. Es una chica abierta, cordial y de una personalidad arrolladora. En el momento del relato tenía 19 años, era delgada, morena, con gafas y una larga y lisa melena que le colgaba sobre los hombros.
En sus recuerdos le vienen imágenes de la soledad que sentía cuando su familia la dejaba sola en casa. ELLA tenía un miedo atroz al abandono y la soledad. El más mínimo chasquido hacía que se le acelerara el corazón pensando que era la puerta que se abría, o alguien escondido en los armarios, o debajo de la cama. Este miedo la incitaba a la curiosidad y con valor iba hacia donde había oído el ruido, sin encontrar nada.
Esperaba impaciente la vuelta de sus padres para hablarles de sus miedos y de su preocupación. Cuando ellos regresaban y ELLA se lo explicaba la respuesta siempre era parecida: se reían de su inocencia o la aconsejaban que no se pusiera tan nerviosa.
Con el tiempo cada vez le hacían menos caso y esta actitud a ella la dolía enormemente.
Un día sus padres se fueron al cine, dejándola nuevamente sola. ELLA decidió relajarse con un baño de sales y espuma. Cuando terminó de acicalarse, se preparó unas palomitas en el microondas y se dispuso a ver relajada una película, olvidándose por completo de sus miedos habituales.
Decidió poner una película de Alfred Hitchcock para enfrentarse a la situación y ser más valiente. Eligió la de Psicosis, sin duda muy poco adecuada para una persona miedosa. Y queriendo ahuyentar sus miedos de una vez por todas, decidió apagar la luz para que la escena quedase mejor dibujada.
Estaba completamente ensimismada en la película cuando sintió el sonido metálico de la cerradura tras de sí. Estremecida, se le cortó la respiración y, para colmo, en la película sonaban los sonidos estridentes de la horrible escena del asesinato en la ducha, con la víctima tumbada inerte sobre el charco de su propia sangre.
Alicia, que así se llamaba ELLA, sintió que la sangre en la tele reflejaba su propia imagen.
Se quedó completamente petrificada mientras los pasos avanzaban hacia ella. Oía los latidos de su corazón, pump, pump, pump, pump... no tenía fuerzas para girarse.
Lo siguiente que percibió al abrir los ojos con dificultad fue la cara de una enfermera que le estaba tomando el pulso.
ELLA se encuentra tumbada en una camilla. Le dicen que llevaba varias horas inconsciente antes de que la encontrara su familia tendida en el suelo, amordazada y con las gafas rotas en el suelo. Habían entrado a robar en su casa dejándola limpia del todo.
Las lágrimas afloran a sus ojos, aliviada al ver a sus padres que van directamente a abrazarla, pidiéndola perdón por no haber creído en sus miedos, miedos que en esta ocasión les han invadido a ellos mismos.

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