Sentada del 19 de julio de 2012



MINIATURAS / XXXVI

Iñaki

Deja de darle vueltas,
estás escribiendo,
estás por escribir,
estás diciendo en mundo.

Si estás aquí,
si estás allá,
es como coger la vida
si estás.

No tenemos que estar todos
pero tenemos que estar en nuestro sitio.

Me cuesta emocionarme,
me cuesta amar,
me cuesta la cuesta arriba
de mi vida.

Quiero vivir mi vida
y quiero vivir la vida de los otros:
nunca estamos solos.

Si todavía chufla el boli,
todavía chuflará otra idea,
y si chufla una idea
es que hay vida.

¡Boli mágico,
que dibujas mis emociones!
¡La culpa la tiene el boli!

Estamos sentados,
estamos despiertos,
somos una estrella
brillando en el firmamento.

¿Por qué la vida
se acompaña de soledad?
¿Por qué la soledad
te despierta a la vida?
No habría vida
sin su poco de soledad,
oh, maravilla.

Punto muerto
de emociones,
punto muerto:
no se escucha mi huerto
que germina.

UN POCO DE CONSUELO

Víctor

Nieves se ha criado con su tío César, un solterón de corazón duro y huesos blandos, que se partió las costillas un día que había bebido demasiado y se cayó. Desde entonces mueve su enorme barriga ayudado de una muleta, por seguridad.
Amén de las broncas de su tío, que la hicieron llorar desde que era niña y se ha acostumbrado, lo que de verdad ha entristecido a Nieves este verano es que su primo Miguel abandonara a su mujer Toñi para liarse con otra mujer más joven, que, por cierto, es una buena chica y una buena madre, ella no es el problema.
Miguel y sus hermanos han sido la única familia de verdad de Nieves. Su tío Cesar no podía soportar que ella les hiciese más caso a sus primos que a él. Y cuando por fin Nieves decidió casarse y abandonar la casa de su tío, el viejo gruñón intentó pegarla con la muleta.
Bien sabía el viejo que fueron los primos los que aconsejaron a Nieves a dar el paso que ha hecho de ella una mujer feliz, a pesar de las lágrimas que le continúan provocando los insultos de su tío, pues se fue de casa, pero no muy lejos, para seguir cuidando de él, de sus comidas y de su casa.
A sus insultos está acostumbrada Nieves. A lo que no se acostumbra es a la irresponsabilidad y sinvergonzonería del primo.
Miguel, Toñi es una buena madre y una buena mujer, no se merecía lo que le has hecho. No se abandona a una familia.
La vida es muy larga, Nieves –le contesta el primo.
Y tú, muy duro de corazón.
Nieves, que no tiene hijos, ni quiere tener, ahora ayuda a Toñi a criar a los suyos.
Si no fuera por ti, Nieves, –le confiesa Toñi– no sé lo que haría.
Llorar, como yo cuando me insulta mi tío César.
Ese viejo sí que es malo.
En el fondo, Nieves y Toñi se necesitan, las dos necesitan un poco de consuelo y un poco de ternura.

CUADERNO AZUL / 2

Carmen

Hay tantas personas que quiero… pero pienso ahora en Víctor. Víctor es un amigo de mi hermano, de cuando estudiaban juntos. Es un auténtico ciclón de alegría y vitalidad, hablador y polémico, moreno y alto, con barba, con cierto aspecto de pintor bohemio. Un día se pasó un rato enorme intentando demostrar que en Alemania había más horas de luz solar, hasta sacó una calculadora y todo. Y con cierto acento entre extremeño y andaluz. Es divertido, algo pelota, con ochenta oficios y más mujeres, su vida es como una noche de fiesta, con resaca.

En Soria hacía muchísimo frío, la nieve blanqueaba campos y praderas muy a menudo. Un día, de los primeros de mayo, la era frente a mi casa apareció con un manto blanco de nieve. Los niños hacían grandes muñecos y la gente al pasar reía y gritaba: “¡Mirad, el muñeco del patio de la escuela, mirad!”

¡Oh, la nieve! Es increíble cómo una cosa tan pequeña y mínima puede hacerse grande y cubrirlo todo tan de blanco, tan extensamente, tan igualitariamente.

Me viene a la memoria la escuela de mi padre, con su estufa de leña y sus pupitres, los tinteros como sombreros de loza invertidos. Me gustaba escribir con las plumillas enganchadas en su palillo.
Niña, es el tercer vestido que manchas en la semana –me decía mi madre.

Hay veces que el mundo exterior me da miedo, a enfrentarme a la calle, a caerme de la silla, a luchar. Quisiera abrir la ventana de aprender a nadar, de circular sola por ahí... Y por otro lado pienso y me obsesiono, si yo no podría haber hecho algo más con las enfermedades de mis padres, con su triste final... Pienso que mi vida es absolutamente inútil, estéril, anodina.

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