Estrella
ELLA
nació en la capital de Madrid. Es una chica abierta, cordial y de
una personalidad arrolladora. En el momento del relato tenía 19
años, era delgada, morena, con gafas y una larga y lisa melena que
le colgaba sobre los hombros.
En
sus recuerdos le vienen imágenes de la soledad que sentía cuando su
familia la dejaba sola en casa. ELLA tenía un miedo atroz al
abandono y la soledad. El más mínimo chasquido hacía que se le
acelerara el corazón pensando que era la puerta que se abría, o
alguien escondido en los armarios, o debajo de la cama. Este miedo la
incitaba a la curiosidad y con valor iba hacia donde había oído el
ruido, sin encontrar nada.
Esperaba
impaciente la vuelta de sus padres para hablarles de sus miedos y de
su preocupación. Cuando ellos regresaban y ELLA se lo explicaba la
respuesta siempre era parecida: se reían de su inocencia o la
aconsejaban que no se pusiera tan nerviosa.
Con
el tiempo cada vez le hacían menos caso y esta actitud a ella la
dolía enormemente.
Un
día sus padres se fueron al cine, dejándola nuevamente sola. ELLA
decidió relajarse con un baño de sales y espuma. Cuando terminó de
acicalarse, se preparó unas palomitas en el microondas y se dispuso
a ver relajada una película, olvidándose por completo de sus miedos
habituales.
Decidió
poner una película de Alfred Hitchcock para enfrentarse a la
situación y ser más valiente. Eligió la de Psicosis,
sin duda muy poco adecuada para una persona miedosa. Y queriendo
ahuyentar sus miedos de una vez por todas, decidió apagar la luz
para que la escena quedase mejor dibujada.
Estaba
completamente ensimismada en la película cuando sintió el sonido
metálico de la cerradura tras de sí. Estremecida, se le cortó la
respiración y, para colmo, en la película sonaban los sonidos
estridentes de la horrible escena del asesinato en la ducha, con la
víctima tumbada inerte sobre el charco de su propia sangre.
Alicia,
que así se llamaba ELLA, sintió que la sangre en la tele reflejaba
su propia imagen.
Se
quedó completamente petrificada mientras los pasos avanzaban hacia
ella. Oía los latidos de su corazón, pump, pump, pump, pump... no
tenía fuerzas para girarse.
Lo
siguiente que percibió al abrir los ojos con dificultad fue la cara
de una enfermera que le estaba tomando el pulso.
ELLA
se encuentra tumbada en una camilla. Le dicen que llevaba varias
horas inconsciente antes de que la encontrara su familia tendida en
el suelo, amordazada y con las gafas rotas en el suelo. Habían
entrado a robar en su casa dejándola limpia del todo.
Las
lágrimas afloran a sus ojos, aliviada al ver a sus padres que van
directamente a abrazarla, pidiéndola perdón por no haber creído en
sus miedos, miedos que en esta ocasión les han invadido a ellos
mismos.
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