Julio no tiene miedo


MaryMar y adredista 7

Julio es un amigo que conocí hace unos meses en la pastelería donde yo trabajo hace ya muchos años. Mi padre se dedica a elaborar los pasteles, que por cierto le salen riquísimos. Yo los vendo, pero llegó un momento en el que no dábamos abasto, ya que los pedían muchísimo. Y contratamos a Julio.
Es un chico joven y nada fuerte, pero muy simpático. No le tenía miedo a nada ni a nadie. La pastelería está en un barrio en el que cada tres por dos atracan un comercio. Mi padre y yo vivíamos un poco asustados, pero Julio seguía tan tranquilo. Le insistíamos en que tuviere a mano algún palo grueso, una sartén o incluso una pistola. Pero él, ni caso.
Un buen día apareció por la pastelería un individuo desarrapado, fortachón y feo como un demonio. Llevaba una pistola en la mano y amenazó: “Esto es un atraco. Abrir la caja fuerte y darme todo el dinero si queréis seguir con vida”. Mi padre y yo conseguimos escapar. Pero Julio se quedó impertérrito. Cogió un pastel y se lo ofreció: “Toma este dulce, está buenísimo”. El ladrón se echó a reír y le contestó: “Métete el pastel por el culo, lo que yo quiero es la pasta”. Y mientras tanto, le colocaba la pistola en el pecho. Pero Julio todavía cogió un matasuegras que había dejado un niño olvidado y sopló. El ladrón se asustó y tropezó con una vitrina, a la que disparó. Le cayó toda la cristalera encima, junto con los pasteles que estaban expuestos. Salió corriendo de allí como alma que lleva el diablo y no paró hasta llegar a casa, se supone, si es que tenía casa.

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