Dos hermanas

Laura y adredista 1
Juan se despierta cada mañana con un beso de Alicia, su madre, y con las mismas palabras: “¡Arriba! Ya es la hora del desayuno”. Es como su madre le alegra el triste momento de volver a la realidad. Juan no es malo, pero sí es muy travieso y no puede estarse quieto. Desayuna jugando con las galletas, está convencido de que las galletas valen más como juguetes que como alimento.
En el cole se une siempre a sus amigos para gastarle bromas al profe. Ayer D. Andrés comenzó la clase con la rutina de siempre, escribiendo en la pizarra las odiadas tareas del día. Se le rompió la tiza y fue a sacar una nueva del cajón de su mesa. Pero, ¡ah, sorpresa!, al abrirlo se encontró un ratoncillo dentro. Controlando el susto inicial, D. Andrés intentó descubrir al culpable de tan desagradable broma. Miraba fijamente a sus alumnos para ver quién se delataba con los gestos de la cara.
Manolín no tuvo reparo en señalar a su primo Juan como culpable. La madre de Manolín y la de Juan son hermanas, a pesar de lo cual nunca se llevaron bien. Ahora tenían una buena excusa para pelearse otra vez más.
–Tu hijo es un bicho.
–Pues el tuyo es peor.
–Juan es un maleducado
–Manolín miente.
En fin, el interminable diálogo entre hermanas.
Esta última pelea se zanjó cuando otros niños, que estaban viendo discutir a las madres, contaron a verdad. María Teresa, la madre de Manolín, tuvo que escuchar al fin que había sido su hijo el autor de la fechoría y, llena de vergüenza, se marchó de la plaza sin pedir disculpas.

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