Mala suerte

Laura y Adredista 1
María se enfada por todo, tanto que muchas veces ni sabe por qué. Pero no es la edad, tan difícil la adolescencia, es algo más. Le gusta que los días sean claros para tener buena visión de las cosas, pero en su pueblo las nieblas son frecuentes porque está situado en un valle, y ella no lo soporta.
A diario sale a la calle pronto y medio dormida, pero siempre de mal humor. El encuentro con Elena, su amiga de toda la infancia y además compañera de estudios, siempre es igual. Elena viene alegre, saluda con entusiasmo, da los buenos días a gritos, y María le contesta con voz baja, casi imperceptible:
–Nada de buenos días, está nublado como siempre y seguro que no veremos el sol ni a tiros.
Juntas se dirigen al cole. Elena está más contenta que nunca porque hoy es un día sin exámenes. María está más enfadada que nunca porque, según dice, ha madrugado, hay niebla, hace fresquete y seguro que algún profe nos pondrá un examen para mañana o pasado y nos amargará la semana...
Sin apenas hablar mucho más llegan juntas al aula y, para más colmo, María se da un trompazo con el pupitre al entrar.
–¡Todo lo malo me tiene que tocar a mí! –murmura– Esto me pasa porque todos los cursos me toca el peor sitio de la clase.
Y encima este año la tocó sentarse junto a un compañero que ni se peina ni se lava, es un guarro de todos los días. Parece que la buscan las desgracias, piensa a veces su amiga Elena.
Entra el profesor y saluda con el “muy buenos días” de costumbre. Y sin interrupción continúa:
–Sepárense bien unos de otros porque tienen que hacer un control.
Esto les pilla a todos por sorpresa. María esta vez se enfada con razón y decide entregar el examen en blanco.

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