Manifiesto saltamontes: el libro de Carmen Soria

Adredista 1
Escojo hablar del libro y me equivoco, que lo sepáis, porque el libro es mucho más que una parábola de la vida contada desde la cruda realidad de una silla de ruedas. Este libro es Carmen Soria. El libro es también mucho más que Carmen Soria. Nos retrata a todos. Es un espejo en el que parece retratarse ella y en realidad nos retrata a todos individualmente y como sociedad, o sea, nos retrata a todos nosotros sin excepción.
Todos los espejos son impúdicos y crueles, no tienen reparo en insultarnos y les decimos mentirosos cuando nos enseñan la arruga o la calvicie. Este libro es un espejo muy amable, nos provoca con delicadeza y no nos insulta aunque podría hacerlo. Carmen nos pasea por su tiempo y por su espacio con la agilidad de un saltamontes ¡Quien lo diría! Salta de una residencia a otra, de una ciudad a otra, de un gimnasio a otro, de un corazón a otro y de una desesperanza esperanzada a otra.
Pero ella no saltará jamás de un paso de peatones a otro, al menos esa es mi impresión desde el primer día que la vi, estaba todavía con el susto en su cuerpo porque se le había atascado la silla en medio del tráfico. Le pregunté: “¿Qué te pasó ayer?” La contestación fue automática: “Nada, que mi silla y yo estamos reñidas con los pasos de cebra”. ¡Vaya con la Carmen!, dije para mis adentros.
Volvamos al libro. De su memoria sale la fuerza que le hace saltar como un insecto, y salta en dos direcciones: en directo por la línea del tiempo, hacia delante y hacia atrás, y en zig-zag por la línea del espacio, la de las ideas; es una auténtica saltamontes. Su vocabulario nos sorprende por culto y por “popular”, pero siempre exacto, y si no hay palabra apropiada se la inventa: desde escalenofobia hasta esparracao, pasando por iatrogénico, carcunda o carrera de baquetas... todo es armonioso en su texto. Hasta las palabras más vulgares en su libro se llenan de dignidad. Un ejemplo de ello: las 28 veces que nombra su culo, y siguen siendo dignos los tres. ¿Que cuáles tres siguen siendo dignos?: la autora, la palabra y por supuesto su potente y orondo culo.
Y hablando de dignidad: uno se siente un trapo cuando contrastamos nuestros valores con los de un Paralítico Cerebral. ¿Quién sería el primero que patentó ese nombre para llamar así a los que pueden tener paralítico todo menos el cerebro? Personas Diversas Funcionales como Dª. Carmen Soria nos convierten al resto en gusanos aparentemente independientes, porque en verdad vivimos atados a la carroña de una pobre movilidad recortada por la propaganda, el consumo y otros seres innombrables.
Tu libro, Carmen, nos hace despertar. Sé que has hecho un esfuerzo enorme para escribirlo, pero “La niña se ha lucido”, que diría Amparo, (sí, aquella fisio que fue tu cielo en el infierno y con la que te reías para engatusarla). Aunque tú no te has quejado, hemos notado en el taller de escritura la normal depresión posparto, también con ello nos enseñaste que el esfuerzo de parir un libro no es algo banal.
Cada lector sacará sus conclusiones personales cuando te lea, es lo correcto incluso si las conclusiones son contradictorias. Pero los libros como el tuyo nos empujan a rebelarnos contra los barrotes carcelarios y mentales, contra los escalones y escalafones (quizás sean lo mismo), y contra las dignidades indignas que nos coartan a todos.
Amigo lector, cuando llegues a los dos últimos capítulos olvídate de Carmen, piensa en un espejo distinto, un espejo tipo lupa de dos caras (las dos caretas que Vd. tiene) y si antes no se había visto finamente retratado en el libro de D.ª Carmen Soria véase ahora retratado, como si la autora le hubiera robado el alma poco a poco mientras Vd. leía embelesado. Es posible que al terminar el libro sienta algo de fobia de sí mismo, échele la culpa al mundo inmundo en el que vive, si esto sucediera a muchos quizás algún día nos salvaríamos todos.
A ti, Carmen, muchas gracias en nombre de todos los engreídos que nos consideramos normales y sólo nos diferenciamos de los diversos funcionales porque caminamos de pie y no en silla de ruedas, y gracias también en nombre de todos los diversos funcionales porque con tu libro enriqueces su dignidad. Ahora permíteme un pequeño consejo (ya sé que naciste receptora de consejos y que sueles hacer lo contrario), no es mío, es de Regina Brett, hazle caso si quieres, aunque sólo sea porque lo escribe una mujer a sus 90 años: “Haz las paces con tu pasado para que no te arruine el presente.” Si me atrevo a decírtelo es para darte la oportunidad de tirarlo desde lo alto del monte Taigeto y, si te parece lejos Esparta, te llevaré con mucho gusto a la Peña Regaña, que está más cerca. Allí puedes darte otro beso más, no sólo por no haber producido cosas inútiles para ensuciar este mundo, sino por escribir un Manifiesto Saltamontes que te hace merecedora de recibir un beso de todos los que lo lean. Gracias a todos por venir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaría contactar contigo, Carmen. Para una pequeña entrevista sobre tu libro en la revista Humanizar. Muchas gracias.

Anónimo dijo...

Perdona, se me olvidó mi email: pbarca@terra.es

Fundación Borja Sánchez dijo...

Hola a todos! en primer lugar enhorabuena por la inciativa, por el blog y por el manifiesto. Somos Maria y Marta, entre las dos (pero sobretodo es Marta) sacamos adelante un blog sobre PCI y hemos sabido de este manifiesto por la red, nos encantaria poder contactar con vosotros o con Carmen para preguntaros algunas cosillas.

un abrazo y esperamos vuestra respuesta:
nuestro blog es www.quenoteparelapci.blogspot.com