Sentada del 30 de junio de 2011

LOS RAYOS DE ZEUS–SUPERLÓPEZ
Zeus–Superlópez
Susana me abandonó
como a los zapatos viejos
y de lejos escupió
el cristal de mis gafas
y yo fui tan torero
por los callejones
del juego y del vino
que el portero me echó
del casino de Torrelodones,
¡qué pena tan grande!
besaría el santo sacramento
en el mismo momento
que ella me lo mande.


Tú subes como la marea,
yo bajo como la tensión.
Pa mí que es de cajón,
yo tengo arrugas en el alma,
tú piedras en el corazón,
y mis sentimientos van en chándal
y los tuyos en dior.


Una taza de café, por favor,
para este desnatado corazón
que con tu ayuda se desangra.


Hoy tengo que pintar
a mi pobre corazón
un par de caras
de alguna que se desangra
por sus recuerdos:
querida Barbie de extrarradio,
corre, tu Kent
te está esperando.


Sordo no soy,
sordo nunca estaré,
o mejor, estaré sordo
cuando nadie me escuche.


Pero cuando me escuchan
lo que dijo va a misa.


Don Ignacio Carapete,
un macarra bien majete.
Felipito Tacatún
está en la silla
por comer tanto atún.


EL SERENO
Laura y adredista 1
Mamá nos hacía llegar pronto a casa a los hermanos, para cenar todos juntos.
En verano preparaba bocadillos a sus seis glotones y en invierno preparaba algo calentito que agradecíamos sobremanera. Una noche de invierno mi hermano el mayor, que ya tenía 19 años, se despistó con sus amigos y llegó un poco tarde, cosa extraña en él. Por primera vez el Sereno tuvo que abrirle la puerta.
La calle Oudrid, que era la nuestra, es una cuesta empinada, en la parte de abajo había un mercado que era una delicia. En la parte de arriba vivíamos nosotros en un 2º piso, con vistas fabulosas a una zona de jardines privados, de los chalets que teníamos enfrente.
Mi hermano vio al otro lado de la calle al Sereno, sentado en un poyete y semidormido. Como todos los Serenos, este hombre no tenía nombre propio, todos le llamaban “El Sereno” y era muy querido por su fidelidad y buen humor. A mi hermano le daba vergüenza llamarle a gritos: Serenoooo... y decidió dar unas palmadas, que enseguida oyó.
El Sereno se levantó con toda la calma que permite la vigilia y la bota de vino, alzó el manojo de llaves, como enseñándolas, golpeó el suelo con la garrota y comenzó a buscar con parsimonia la llave de nuestro portal. Mi hermano deseaba que la encontrara con más rapidez, pero aquel hombre se liaba un poco con el manojo y esa garrota con que avisaba de su presencia, o sea, el chuzo. En aquel momento hubiera querido que tuviese tres manos, una para la garrota y la bota, otra para el manojo y la tercera para encontrar la maldita llave deseada. Pero no, él, mientras buscaba esa llave, todavía hablaba con mi hermano, como si estuviera sobrado de manos o de destreza, y no de vino.
–Hoy ha llegado Vd. un poco tarde –le soltó a mi hermano.
–La familia –contestó el aludido, que estaba pensando: “Bastante nervioso estoy yo para que Vd. me venga con esas ahora”, pero era muy educado y no se lo dijo. Lo único que deseaba oír de él era “la encontré”.
Por fin el Sereno abrió el portal y, mientras mi hermano subía supernervioso las escaleras, se calzó otro trago de la bota y se quedó más sereno.


EL ALCALDE
Víctor y adredista 0
El alcalde de mi pueblo es traumatólogo. Cuando le hicieron Director Médico del Hospital de Mérida, que ya era alguien, se presentó a las elecciones municipales por el PSOE. Las ganó fácil, son pocos los que conocen bien a un traumatólogo. Y es el alcalde desde hace cuatro años.
Cuando trabajaba de traumatólogo, sus pacientes le llamaban el Loro, porque hablaba más que hacía. De alcalde, le llaman don Manuel, y os podéis imaginar en qué habrán quedado sus promesas electorales. Prometió hacer pisos para los jóvenes y los hizo, cuatro, o sea, tres, pues uno era para un diverso funcional de mucha antigüedad, que no yo, el más cojo del pueblo. Prometió un Centro Cultural y, eso sí, ha hecho un bingo que está lleno siempre. Nunca pude imaginar que hubiese tanto vicio entre mis paisanos. El Loro los conoce mejor que yo, a lo que parece.
Lo que no había prometido don Manuel era hacerse una casa, por lo menos no figuraba en el programa electoral, ni su casa ni un ayuntamiento nuevo. Pues bien, se ha hecho una casa de tres plantas que parece, nada más verla, la casa del alcalde, y mira tú que lo es. Y se hizo un ayuntamiento nuevo imitando el palacio de Correos, en Cibeles, de Gallardón, en lo inútil, no en lo bonito, que todo te parece pequeño si es para ti y grande si es para otro.
Como don Manuel se había metido en obras, se me ocurrió pedirle que hiciese por fin la rampa que salvase el escalón que separaba mi casa de la acera, un escalón propiedad del municipio, no mía. “Víctor, eso no estaba en el programa electoral”, fue lo que me contestó por oficio. Tuve que denunciar ante la justicia al ayuntamiento de mi pueblo por incumplimiento de la LIONDAU. Cuando le llegó al alcalde la citación del juzgado, la disculpa que puso fue que la rampa deslucía mucho la calle. “Va a ser mucho más discreta que su ayuntamiento”, le contestó el juez.
En fin, que la rampa ya está hecha y, además, no interfiere para nada el paso de los peatones por la acera y yo por fin puedo entrar y salir solo de casa.
He oído decir a don Manuel durante la presente campaña electoral, a los que critican su gestión, que no pudo hacer un Centro Cultural en la anterior legislatura porque se tuvo que gastar el presupuesto en mi rampa.

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