Sentada del 23 de junio de 2011

UN 19-J ANTE LOS LEONES DEL CONGRESO
HeavyMetal
Te lo pasaste teta el Sábado, 18 de junio, bailaban tus amigos en el Rigoberta.
Cuánta poesía en el escenario.
Qué bien bailan mis compis.
Hubo un comentario de Marta sobre Marcos que me hirió, los dos bailarines de la LisarcoDanza, pero es conveniente no dar detalles.
Menos mal que mi amiga Guiomar se decidió a venir a ensayar a mi casa, al CAMF, con los chicos de la LisarcoDanza.
Y ahora sé que bailan en los Teatros del Canal en día 25, sábado.
Ojalá se venga conmigo a Neptuno, mañana, mi amiga Marta, la bailarina, que no me hace ni caso.
Es lo que mola: nosotros somos diferentes, y eso algo le comunica al público, supongo.
El otro día me pidió Rafa, el director de la Lisarco, que bailase para él.
Pero el poema bonito es lo que voy a escribir del 19 de junio, con los indignados.
Qué chico más original eres, eres la hostia.
Por poco me quemo vivo al sol, toda la mañana al sol.
Entré por la Carrera San Jerónimo, con un par de pelotas.
Empujaba mi silla otro indignao como yo.
¡Qué fuerte, macho! Llegamos al cordón policial y nos dejaron pasar.
Cuando llegó mi metro a Marqués de Vadillo, la línea está cortada y nos echan del vagón.
Fue un viaje muy completo. En Marqués de Vadillo cojo otro tren que viene al rato.
Y me lleva de vuelta a Casa de Campo.
Este es el tren para los tiraos como yo, porque había autobuses gratis, pero no podía salir a la calle porque Marqués de Vadillo no tiene ascensores.
Y el segurata se negó a ayudarme.
Y desde allí, a la Casa de Campo y cojo la línea 10 hasta Plaza de España.
En Plaza de España subo a la superficie, ya que continuaba bajo tierra.
Tres horas de marcha en el 19-J y todavía no había comenzado a andar.
Y ahora, bajo un sol de justicia, en dirección a Neptuno, y cuesta arriba.
Muchos colegas me dicen por qué no llevo silla eléctrica. Es una buena pregunta.
Yo sí que hice una buena marcha, solo hasta Callao y Sol tirando del carro.
Un chico desgreñado comenzó a tirar de mi silla en Sol, en dirección al Congreso.
Ya lo pongo ahí arriba, pasamos el primer cordón policial.
Y allí estábamos los dos ante los leones. Y todo Neptuno repleto de gente que quería llegar donde nosotros ya habíamos llegado.
En el cordón policial de acceso a Neptuno desde el Congreso nos pararon. Ahí me quedé.
En Nectuno gritaban como un mar, con un fondo atronador de bongos.
Estaba emocionado vivo y tenía que mear.
Pedí permiso a los leones y a sus pies hice aguas menores, o sea, que meé en las barbas del Congreso.
Y con tanto sol y tanta marcha, me quemé vivo.
Esto es cojonudo.


MINIATURAS
Iñaki
Me como las esquinas,
que es como comer
mi voluntad.


Decidme:
¿yo tengo voluntad?

Señores del poder,
señores sin significado,
señores sin sentido,
monstruos del monstruo.

Tu bienestar,
mi bienestar,
tu cariño,
mi bienestar,
por siempre
mi bienestar.

El barullo de la gente,
el barullo de la vida,
barullo y más barullo,
qué lejos estamos
de la cueva que nos hizo.


Las voces que borrasteis,
los gritos del dolor
que no escuchasteis nunca,
simples voces que no existen.


Perdió una hoja mi árbol,
mi pensamiento perdió una hoja,
caen las hojas
de mis putas emociones.


Esperar que no espere,
mundo al revés,
el mundo no me espera
ni yo a él.


Te rompí con rabia
y dije que no sonabas,
te rompí por no partirme la cabeza
y dije que estabas desafinada,
otra guitarra muerta,
otro crimen inútil.



LA VENTANA DE CRISTINA
Víctor
Cristina me gusta porque es muy guapa. De los ojos le salen como fuegos artificiales que colorean mi vida, pues cuando me mira es la señal de que ha comenzado la fiesta.
De verdad, lo que más amo de ella es su alegría, su ansia por aprovechar la vida.
Para Cristina, estar despierta ya es el mayor placer. El secreto de su alegría es que todo lo que la rodea esconde algo que la entusiasma, lo mismo una fuente que una paloma, lo mismo una lágrima que el picaporte de la puerta. Sabe reírse de la tristeza y sabe compartir la alegría.
Lo que mejor hace Cristina es mirar por la ventana. Dice que las ventanas son los ojos que tienen los rascacielos para mirarse los cimientos cuando se sienten cansados, “Y los ojos de los que no podemos movernos mucho”, remacha.
Ella lo que ve cuando mira por la ventana, si mira hoy, es el verano, porque dice que hoy los árboles ya están vestidos completamente. Dice que en primavera el parque comienza a coquetear con el sol, hasta que se viste del todo en verano. El otoño, ella lo ve siempre en las gentes que caminan despacio, sabiamente, y el invierno, a pesar de desnudar los parques, nunca pudo enfriar el corazón de Cristina. En fin, su ventana es como sus ojos, puros fuegos artificiales.
Mi afición es Cristina porque es guapa, creo que ya lo he dicho.
Cuando sus ojos por fin se demores un poco en los míos, cuando descubra en mis ojos otra ventana para su magia, entonces yo habré vuelto a nacer.
Mientras tanto, el que yo pueda verla todos los días empujando su silla de ruedas pasillo adelante es el regalo que me hace. Por eso que me levanto cada mañana y salgo al pasillo.
Y pensar en Cristina mirando el creciente de la luna por su ventana me quita el miedo a la noche.

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