Sentada del 21 de abril de 2011

MINIATURAS XVII
Iñaki
El pensamiento es lento,
la idea, muy rápida,
y el entusiasmo, una bronca.


El pensamiento nace
cuando la idea se olvida.

Tortura del pensamiento,
tortura del amor,
me torturo pensando
cuál será el amor
que no sigua torturándome.

La caricia que te hice un día
y la caricia que me devolviste
nos precipitaron
al principio del amor.


Estoy escribiendo
en la misma hoja que ayer,
estoy queriendo
en el mismo cuerpo que ayer
y sigo queriendo.


Aliento de la felicidad,
aliento del cariño,
aliento que me falta.


YO TENGO UN SUEÑO
Conchi
Yo tengo un sueño, I Have a Dream: todas las mañanas, justo antes de despertarme, sueño que me están operando el esófago. Luego me despierto y veo que no es verdad, pero como los cirujanos del Clínico me han dicho que me tienen que operar, estoy obsesionada. Lo sueño cada noche, y lo sueño más porque no sé cómo me irá esta operación. Me dicen que es muy complicada y que me la tienen que hacer en dos veces, como si se tratase de un traje, y yo replico que con un vestidito ya me sobraría, pero me contestan que, como no he estudiado Medicina, mi opinión no cuenta.
Y mi madre dice que también tiene miedo, porque siempre la repiten que corro el riesgo de quedarme en la mesa de operaciones. El caso es que mis cirujanos siempre tuvieron mejores manos que pronósticos, y hasta ahora siempre he salido del quirófano vivita y coleando, aunque mi pobre madre pasa unos nervios... porque siempre la pilla sola y se sube por las paredes, hasta que sale el cirujano diciendo: “Ahí está su hija. No sabemos lo que va a durar”.
De momento, llevo duradas 16 operaciones y 40 años, he reventado todos los pronósticos de los médicos. Yo creo que sobrevivo a cada operación sólo por fastidiarlos.
Bueno, por eso y porque, cuando entro al quirófano, en lo único que pienso es en el tío bueno que me va a operar, con lo cual consigo despertarme al terminar la operación por las ganas que me entran de volver a verlo. En realidad, este fue siempre mi sueño, I Have a Dream, el cirujano.


ALMAS GEMELAS
José Luis
Tengo un amigo que es como mi primo más a mano e intimo. Teníamos los dos unos veinticinco años y nos conocimos en un viaje de AUXILIA a Benidorm. Le gustaba escribir y me ayudaba con mis poemas.
Yo por aquella época le escribía poemas de amor a MariCarmen, una chica de muy buen ver, PC como yo, que había conocido en Ayala, en un colegio para diversos funcionales, con quince años. Pues desde tan tierna edad le dedicaba mis poesías desesperadas y desde entonces aprovechaba, cada vez que tenía a alguien dispuesto, para que me las transcribiese. Como estaba en la fase de amante no correspondido, fase por demás que se ha prolongado durante toda mi vida y con todas mis amantes, todos mis poemas hablaban de la soledad. Por ejemplo, hacía versos como estos, que ahora recuerdo:
“Soledad, mi compañera,
eres más fiel que su desdén,
pues tú nunca me abandonas,
soy como Adán en su edén.”
Mi amigo, que se llamaba José Luis como yo, se tomaba muy en serio estos poemas tan malos, mucho más que la destinataria de los mismos, a la que se los hacía llegar sistemáticamente, y me fue cogiendo cariño. Él también entendía mis quejas.
Yo me hice incondicional suyo a raíz de un conflicto que se desencadenó en el comedor del hotel: los clientes decidieron que nosotros, los diversos funcionales, tendríamos que comer en las habitaciones y no allí, con ellos, con personas tan respetables y bien cebadas como ellos, un hato de turistas hartos de aburrimiento.
Pero mi amigo José Luis se enfrentó a la turba de escalenófobos con argumentos contundentes y consiguió que todos los cojos nos uniésemos y nos rebelásemos contra semejante discriminación.
Y en el comedor nos quedamos todos los cojos y allí se selló mi eterna amistad con José Luis.

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