La pasión de su vida

Conchi
Juanito era un tío muy entusiasta. Siempre estaba diciendo “me va a tocar la lotería”. Y además se lo creía.
Pero el pobre tenía más mala suerte... Siempre estaba pensando que le iba a tocar y nunca le tocaba. Y mira que jugó durante casi toda su vida a toda clase de juegos de azar, pero nunca le tocaba nada, ni una pedrea.
A los 17 años su abuelo le había regalado su primer décimo de lotería. Se puso tan contento que saltaba de alegría. Su abuelo le había hecho un hombre, le había descubierto su verdadera vocación. Ya se imaginaba montando en la moto que se iba a comprar con el dinero del premio, paseando por la Calle Rioja, de Zarzaquemada, delante del instituto para que las chicas se fijasen en él.
Y aunque no consiguió el premio ni la moto aquella vez, ni ninguna otra, no perdía la esperanza y siguió comprando lotería todas las semanas. Y continuaba soñando, pero con todo y con eso no le tocaba nunca.
Y cuando salió la Primitiva, apasionadamente empezó a jugar, pero nada.
Y así pasó el tiempo, 33 años nada menos desde aquellas Navidades del décimo de su abuelo, jugando y perdiendo.
Hasta que un día, perdida por completo la esperanza, decidió no volver a comprar lotería. Era la Navidad de 2011.
Pero el 21 de diciembre se encontró un décimo tirado en el suelo y lo cogió. Al día siguiente retransmitían el sorteo nacional de lotería por la tele y otra vez que Juanito estaba sentado en el comedor de su casa, concentrado en los números que cantaban los niños y niñas de San Ildefonso.
Juanito, de pronto, oyó muy clarito su número, el que tenía en el décimo que se había encontrado. Se lo oyó cantar a la niña, que se había puesto un poco nerviosa, y no estaba seguro. Pero se dijo: “¡Ya era hora de que me tocara algo en esta vida! Cuando lo repitieron ya no había duda, y saltó de alegría cuando comprobó que todos los números coincidían y que los niños cantaban eso de “¡3 milloooones de euros!”.
Ahí fue cuando le dio el infarto, cayó al suelo fulminantemente, agarrado al primer y último décimo premiado de su vida.

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