Sentada del 6 de enero de 2011

EL DON DE LA EBRIEDAD
Peva
Se supone que estar ebrio es estar con un pedo ¡que te cagas! Pero no es cierto del todo, pues hay muchas maneras de estar ebrio/a.
Yo, sin ir más lejos, tengo momentos en que estoy ebria ¡y sin ingerir ni una gota de alcohol! La ebriedad tiene muchos matices, muchos significados. Puedes estar completamente ebria de pasión, por ejemplo, pues cuando la pasión te empuja no hay modo de pararla. Es lo mismo que un volcán que se desborda, lo mismo que la lava deslizándose inexorable. Por mucho que tú corras, la lava de la pasión te alcanzará, apoderándose de ti y dibujando de colorines todo a su paso.
Esto es una manera de exagerar, pero esa pasión tontorrona es bonita porque pareces más viva y da la impresión de que tu cuerpo ha rejuvenecido por lo menos tanto como ese chorvo al que has echado el ojo. Y ya eres indestructible a todos los ataques del tiempo contra tu cuerpo y tu mente, al menos mientras dura la borrachera.
Pero hay otra ebriedad que me apasiona más todavía que estas pasiones efímeras. Es la ebriedad de la creación, la concentración que me ausenta del mundo mientras escribo, y aún mientras leo. Esta ebriedad me hace indestructible, me hace total y me hace presente también. Es un poco contradictoria, pero es la ebriedad de dios. Dios nació así, de un poema, del Cantar de los cantares. No sé si me explico.
Claro que la ebriedad a tope es un poco jodida. Ocurre que, además de inventarte a dios cuando estás borracha, también el cuerpo se agota, el pulso se acelera y puedes acabar con un estrés que te cagas y te puede dar hasta un ataque al corazón y quedarte tiesa.

ME EMOCIONÉ
HeavyMetal
Me emocioné el lunes leyendo mi diario.
Era la primera vez que Rafa, mi hermano, me acompañaba a un concierto.
Todavía no me lo creo, joder, que mi hermano viniera conmigo.
El 10 de diciembre Rafa me acompañó a ver a Barricada.
Ya era hora que no vayas solo a los conciertos y a tomar por saco.
Y me encuentro aquí, enfrente de tu tumba, amigo Alfonso.
Estoy en el taller de escritura, recordando los buenos cuentos que hacías con Manuel.
A lo primero, hace un montón de años, salíamos mucho juntos Alfonso y yo.
Durante un verano íbamos a la última sesión del cine. ¡Qué tiempos aquellos, amigo Alfonso!
Cuando suba mi amigo Andrés a verte, que te lleve esta carta.
Estoy enfrente de tu tumba, recordando los huevos que tenías.
Espero que allí arriba te trate bien San Pedro, estará asustado ya.
Cuado te enfadabas, las cuidadoras se acojonaban.
A todos los colegas, cuando ahora leas este relato, al final del taller, se les va a caer el moquillo.
Te queremos, Alfonso, allá donde estés, cabrón, sobre todo Manuel,
tú asistente de escritura, y Andrés, que menudas broncas que tenías con él.
Aquí en el taller de escritura dejaste un vacío absoluto.
Menudo coñazo es Casto, se empeña en que maneje la silla con la mano izquierda.
Ayer le tuve que decir que el brazo izquierdo lo tengo para hacerme pajas.
No me lo volvió a decir, es un pesao de tres pares de cojones.
Y joder, las madres, a las madres de algunas compañeras las tenemos aquí como la madre superiora.
Alfonso, prefiero que Andrés te suba estas noticias, que a mí me da mal rollo subir al cielo, tú perdona.

EL MÍSTICO
Isabel
De vez en cuando, para escribir, necesito fumarme un porro, para tranquilizarme, pero también para excitarme, y así escribir mejor. Cuando estoy fumada, estoy en éxtasis, lo veo todo muy bonito, todo está opaco, la materia absorbe toda la luz, se alimenta de luz y yo me meo de placer. Los sonidos son imperfectos, o sea, no son normales, se hacen más graves, las voces bajas suenan a órgano. Me embriagan esas voces, me habitan. Sonidos y volúmenes se distorsionan, pero se embellecen. Todo es suave, la piel del chopo es suave, la mesa es blanda, la piel de mi amado es blanda y sedosa, la tierra es un colchón, mullida, acogedora. La vida se me llena de dulzura, se me hace la boca agua besando el aire, besando los cristales de la ventana, besando la tierra, besando la luz del mundo. Me lleno de dulzura en todos mis nervios cada ves que el mundo me huele a porro y me huele a paz. Y es cuando escribo.

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