El avaro

Mercedes
El señor Juanito era un hombre muy avaro, que nada más quería ganar mucho dinero a costa de lo que fuera, él con tal de ganar mucho dinero hacía lo que fuera necesario. Tenía una pequeña tienda todo a cien, en un barrio muy obrero llamado La Fortuna. Allí se vendía de todo, muebles, ropa, calzados, jabón de olores, papel de fumar, agujas de coser, vino, aceite, aceitunas, azúcar, vasos, bayetas, fregonas, lapiceros, bolígrafos, jarrones, hilos, cremalleras y botones y otras mil cosas más.
Pero el señor Juanito tenía un amigo que era propietario de un gran centro comercial en un barrio de lujo llamado las Rozas. Esto fue su desgracia, pues el señor Juanito soñaba con ser igual que su amigo, el que tenía ese gran centro comercial.
Y se hizo tan avaro que no gastaba nada de dinero, por ahorrar. Ni comía ni se calentaba ni vestía, nada más por ahorrar el dinero que tenía, para el gran centro comercial. Lo guardaba dentro en un calcetín en el sótano de su casa, bajo un ladrillo. Hasta que tuvo que emplear un saco y levantar más baldosines. Ponía encima una mesa, una silla, un mueble, una cama y también un colchón. Nadie sabía dónde lo estaba escondiendo, ni siquiera su mujer y sus hijos.
El señor Juanito tendría que sacar el saco y el calcetín de aquel sótano si quería aumentar su negocio con el gran centro comercial, pero ya no podía. Lo intentó muchas veces, sacaba el calcetín y lo volvía a meter, sacaba el saco y volvía a dejarlo, lo intentó muchas veces. Negoció incluso la compra de muchos locales, que si de Galerías Preciados, que si de Simago, pero ya no podía desprenderse del saco.
Hasta que un día, de pronto, un mal fuego en su vivienda quemó todos los muebles, calcetín, saco y dinero. El fuego fue provocado por un cigarrillo mal apagado.
Y el avaro se quedó sin nada, más pobre que las ratas. Lo que son las cosas.

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