La Patagonia

Conchi
Yo tengo miedo a la nieve, cuando se pone muy helada. Mi madre peligra. Siempre viene a verme, pero vive en Madrid y se puede matar. Además, seguro que el metro no funciona bien. En estos casos tenía que tener coche. O que mi padre no se hubiese muerto, para que la trajera. Pero no sé yo, también se puede matar por la carretera, de la helada que cae.
En el residencia, esto parece una postal de Navidad. Y a mí me gusta ver la nieve por mi ventana. Aunque me gustaría tirar bolas bien gordas a todo el mundo que pasara. Incluida Ana, mi asistente de escritura (–Donde hay confianza da asco, me dice). Incluso a la directora le tiraría, para oírla decir: ché, qué buen día hasé... Pero no tengo mucha confianza para tirarle bolas, aunque yo creo que es de las que no le importa jugar con la nieve. Dicen los de mantenimiento que ha vivido en la Patagonia y que por eso ha sabido arreglar la calefacción del centro.
Pero a una que yo me sé, sí que me entraron ganas de tirarle una buena bola, bien dura, cuando ha entrado. Lo que pasa es que yo no puedo agacharme a coger nieve y me he quedado con las ganas.

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