Sentada del 24 de junio de 2010

VIVIR
Rosa
Para mí la verdadera vida es la que estamos viviendo, aunque sea con enfermedades. Y esto no me lo ha enseñado nadie, lo he aprendido sola. Yo soy una enferma y por eso lo sé. Diría que vivir una vida sin enfermedades es cosa de lujo, pero mi verdadera vida es esta. Estoy enferma y vivo pendiente de mis ataques de epilepsia, que de vez en cuando me da un ataque fuerte y me tengo que aguantar y joder.
Mi enfermedad acompaña mis rutinas, pero mis rutinas están llenas de otras cosas. Cuando tengo tiempo por delante, lo que más hago es ponerme a leer. Puedo estar leyendo toda la tarde y seguir leyendo por la noche. Leer no me cansa. Siento una gran satisfacción leyendo lo que a mí me gusta. Yo no sabría explicarme la emoción tan fuerte que me produce la lectura. La lectura me revitaliza, es como tomarme un vaso de leche...
Otro estímulo para mi vida es la música que yo consigo tocar en musicoterapia. La monitora me manda tocar y toco. Uso los palillos y el simple hecho de poder percutir y arrancar algún sonido me produce una gran satisfacción.
En el grupo de terapia de Gena también aprendo a ser más yo misma y eso me da seguridad. Cuando escribo en los ordenadores, el hecho de volver a escribir yo sola me da una seguridad que me deja de una pieza. Escribo lo que se me ocurre.
En fin, comida, bebida, descanso, actividad: la vida es grande.

EL DISFRAZ
Laura y adredista 1
Mi casa es el CAMF, la residencia de discapacitados físicos donde vivo. Hay pocas fiestas a lo largo del año, pero son bien recibidas por todos las que van llegando y participa en ellas bastante gente.
Al Carnaval, a mí no me gusta apuntarme porque no veo bien. Además, mi silla es pesada y no consigo hacer con ella las piruetas que inventan mis compañeros mañosos. Interviene gente muy creativa que inventa curiosos disfraces y cabriolas increíbles con las sillas de ruedas. Disfruto mucho con las cosas que hacen.
Como soy un poco cotilla, las semanas anteriores paso por todos los talleres donde poco a poco se van confeccionando los disfraces. Nunca me imagino el resultado final.
El día de la fiesta no logramos conocer a la persona que hay debajo del disfraz. La sorpresa suele ser mayúscula cuando hablas con una persona que se hace pasar por otra durante un rato, descubrir el engaño produce mucha risa. Algunos cuidadores se disfrazan tan bien que no hay quien les conozca, no sólo por el traje sino porque ese día sacan una sonrisa extraña en ellos.
Es bonito que se organicen estos tinglados en la fiesta, aunque cueste tiempo y dinero. Así descubrimos que la gente no es tan seria como acostumbra habitualmente, en el trabajo. Lo ideal para mí, según mi forma de pensar, es que debían estar serios los días de disfraces y sonrientes los días de trabajo. Comprendo que no sea así, porque tienen que hacerse respetar, y con la careta puesta sólo producirían risotadas y nadie les obedecería.
Pero sería muy bonito que todos los días fueran alegres, aunque no tuviéramos puestos los disfraces.


UN PROYECTO
José Luis
Este fin de semana estuve con mi madre y me dolió una cosa que me dijo. Me dijo que un día estuvo pensando en mi padre y que lloró en compañía de una perra que tenemos en mi casa.
Yo me sentí un poco mal y pensé que por qué tengo que esperar al día que se pongan en marcha proyectos de vida independiente.
Con un poco de dinero, yo podría vivir con ella. El dinero sería para la persona que nos cuidase, y así pondría en marcha mi independencia sin tener que esperar.
Si digo la verdad estoy un poco cansado de poner buena cara aquí. Pido un poco de libertad para escoger el camino de mi vida.
A mí, los proyectos de escritura me dan vida. Porque tenemos que tener en cuenta que hace poco murió mi padre, y a mí me cuesta superar la pérdida de un ser querido.
Tengo que confesar que no sabía lo que quería a mi padre, porque siempre he querido un poco más a mi madre.
Pero la vida sigue y no me puedo quedar cruzado de brazos. Tengo que seguir viviendo y al mismo tiempo tengo que preocuparme por mi madre y por mis hermanos y, ¿por qué no?, por mis compañeros de aquí, que todos nos necesitamos.
He oído que hay proyectos de vivir juntos, algunos de los residentes, en un piso. Yo sé que es posible y no me importa que me digan que es imposible, sobre todo que lo diga Mari Carmen.

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