Sentada del 10 de junio de 2010

LOS VARIABLES
JoséLuis
Era la Navidad del 68 y estábamos terminando de cenar. De pronto llamaron a la puerta. Venían los compañeros de partida de mi padre que vivían en los pisos superiores y que siempre bajaban, con el pretexto de que yo me distraía presenciando su partida de dominó. Y porque a mí, mis padres no me podían dejar solo.
Empezaban a jugar cuando a la mujer de Raúl, aburrida ya de tanto ruido para nada, se le ocurrió gastarles una broma. Raúl se levantó de la mesa y le dio una bofetada. Mi padre, que no se esperaba eso, exclamó:
–¡Delante de mí no se le pega a una mujer. Nos vamos todos a dormir!
Raúl se puso de lo más suave con su chica y con mi padre, pues quería continuar la partida; pero mi padre, que no pudo consentir que se adornara de ese modo nuestra reunión familiar de las Navidades, lo cortó:
–He dicho que nos vamos a dormir.
Nos fuimos cada cual a su casa y a sus habitaciones. Yo supuse que la pareja habría acatado la disposición de mi padre sin más escándalos, porque casi no se oyó ningún jaleo antes de que me acostaran y me venciera el sueño. Pero no, para Raúl no fueron concluyentes las recomendaciones, porque al día siguiente bajó con su mujer más acaramelado que nunca.
Esa noche, tuve que imaginarme una partida intensa en emociones y altibajos: tal como se expresaban siempre Raúl y su compañera. Gracias a ellos, me convencí que el 68 había sido en verdad el año de la paz y del amor.



MAL CARÁCTER
Peva
Eso es lo que yo tengo. Porque por mucho que quiera hacer, no me da tiempo a nada y me llevan los demonios, aunque yo no creo en demonios, que quede claro. Es mi mal carácter. Y luego dicen algunas personas que se aburren: ¡pues que me digan cómo! Además, lo estoy comprobando, cuantos más años tengo menos me aburro, no tengo tiempo para nada. Y por eso mismo se me pone un carácter de mil diablos. Quisiera ser como antes, que lo abarcaba todo y encima me sobraba tiempo para aburrirme o cosas mejores. En cambio, a estas alturas, mi tiempo se ha reducido hasta límites insospechados. Con los años, me cuesta todo el doble, y no me refiero al pan o la leche. Empezando ya de mañana, eso de lavarme y vestirme y llegar al comedor, para luego tomarme ese puto café, es ya todo un triunfo. Me entra la neura porque creo que no me va a dar tiempo a llegar, me doy más prisa y, zas, me la pego. Que me la he pegado algunas veces por correr y me he hecho un esguince. Es cuando pienso que antes, hace poco, me daba tiempo y parecía que los minutos se estiraban. Y sin embargo hoy todo se me hace cuesta arriba. Ya lo sé que hay viejos felices, o jubilados por lo menos, pero yo estoy segura de que voy a ser una vieja bien jodida, entiéndeme, amargada, de mal carácter.


LEY DEL SILENCIO
Rosa
Yo no hablo de muchas cosas porque me da miedo. Temo a lo mejor equivocarme en mi juicio y por eso no hablo de ello. Una de las cosas que nunca miento es precisamente el miedo. Soy muy miedosa y esto me preocupa. Otra cosa que me da miedo es escribir, o sea, ponerme a dictarte, porque temo meter la pata faltando a la confianza de alguien y desvelando secretos que no se pueden desvelar. No sé si vale más la verdad dicha o la verdad callada. Me da miedo hablar mal de la gente cercana a mí. Hablar del miedo me produce cierto malestar. Ir al hospital, al neurólogo, me da pánico. Es buenísimo y yo le tengo mucha confianza, pero lo que no me gusta es necesitarlo. Si yo estuviera bien no tendría que visitarlo, pero no estoy bien y lo visito a la fuerza. Mi hermano también lo necesita y también le tiene mucha confianza. He estado muy preocupada durante unos días porque a mi madre tuvieron que ingresarla en el Ramón y Cajal y luego han ido a visitarla a casa varios médicos. Mi hermano me ha dicho que no llame más por teléfono porque mi madre ya se encuentra mejor. Yo no he vuelto a llamar para que no me regañe, pero estoy preocupada. A mí no me hace gracia escribir sobre la muerte porque le tengo mucho respeto. En realidad, ni se me ocurre hacerlo, no me gusta ni mencionarla, me da palo. Ayer me la recordó un amigo y por eso me ha venido ahora a la cabeza. Tengo miedo a morir.

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