Sentada del 1 de abril de 2010








MINIATURAS IX
Iñaki



Espíritu de bondad,
espíritu de lealtad,
espíritu de realidad,
confianza en esta vida
que te da techo
para que nadie pueda
robarte la libertad.

Profesor exigente,
profesor duro,
profesor cuya voz escuchas
y cuya voz olvidas:
¿cómo se aprende
a olvidar
la voz que te guiaba?

Parque de las Avenidas,
parque del placer,
Barrio de Maravillas,
la plaza de las gentes
más enrolladas,
de las mujeres más bellas,
y la más hermosa,
dios mío, era Rosita,
dios mío, Rosita.

Mujer cerca de mi corazón
y alejada de mi cariño,
te veo muy cerca,
me miran tus ojos,
te sonrío, te robo una sonrisa,
tú sabes que por cada mirada
reprimo mil palabras
y una emoción,
que estalla muy a pesar
de tu puto alejamiento.

Caminos lejanos
que quiero explorar,
desconocidos caminos
a los que quiero saludar,
caminos que son vidas
que nunca se juntaron
y que desean darse la mano
con cariño,
con un poco de cariño,
con cariño al fin y la cabo.



EL CUERPO DE ANA
Laura y adredista 1
Ana ya no se acuerda de cuando tenía una figura esbelta, sus quince años están muy lejos. Conservó una fina silueta hasta su boda, y comenzó a perderla con su primer embarazo, Aquel fue un punto de arranque que no se detuvo con el nacimiento de su primer hijo, un niño inquieto y agotador. Ana siguió engordando sin apenas darse cuenta. Su marido le avisaba con frecuencia. “Debes cuidarte más”, advertía. Ana escuchaba el consejo, pero no asimilaba el sentido de aquellas palabras.
Cuando nació su tercer hijo, Ana estaba gorda de enfermedad. Empujada por su marido, aceptó visitar al endocrino. Decide utilizar el transporte público, escoge el metro y procura hacerlo a una hora prudencial, que le permita dejar arreglada la casa y que los vagones no estén abarrotados. Aún así, encuentra bastante gente en la estación.
El metro viene con algunos asientos libres y nada más subir al vagón se dirige a uno de ellos. Pero se para en seco, calculando penosamente si podrá sentarse, dadas sus dimensiones. Está segura de que el pasajero sentado junto al asiento libre ha pensado lo mismo. Es un señor de mediana edad y por su aspecto parece una persona educada, aunque se ha puesto un poco nervioso. El buen señor amagó con levantarse para que Ana ocupase los dos asientos, pero se arrepintió porque era una forma velada de llamarla gorda. Y ahora no sabe qué hacer, pues seguir sentado es exponerse a que la gorda señora se le siente encima.
Mientras da vueltas a sus dudas llega la próxima estación y el viajero decide bajarse. Ana también lo hace, y mientras sube lentamente en la escalera mecánica, justo detrás del tímido señor, se dice a sí misma: “Cumpliré a rajatabla todo lo que me diga el endocrino para adelgazar, no me puedo permitir asustar a la gente con mi gordura y mucho menos quedarme con las ganas de ocupar un asiento libre.”


MI PADRE Y SUS RECUERDOS DE LA GUERRA
MaryMar y adredista 6
Mi padre, Benjamín, estuvo tres años en la guerra. Me contaba que se hizo muy amigo de un compañero y que a este le vino una enfermedad, pero, al no contar con las medicinas adecuadas, murió. Otro compañero y amigo, llamado Felipe, lo mataron de un disparo en la cabeza.
Todo esto no me lo quería contar al detalle, lo guardaba para sí. Solamente me daba la información escueta. Le costó mucho llegar a superarlo todo.
Con mucho esfuerzo tuvo que levantar cabeza para cuidar de sus hijos, que éramos cuatro y necesitábamos no solo cuidado, sino alimentación y vestido. Gracias a que tenía una mujer, mi madre, que le animaba y le ayudaba cuando quedaba paralizado por los recuerdos. Ella es una mujer fuerte y alegre, que ve siempre las cosas positivas de la vida.
Aquellos días fueron difíciles y costaba salir adelante. Mi padre conseguía el dinero con el duro trabajo en una fábrica de construcción de piezas para los aviones. Mi madre, mientras tanto, cuidaba de los niños y de la casa y cosía ropa por encargo.
Así, poco a poco, fueron consiguiendo superar una situación tan terrible.



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