Sentada del 4 de marzo de 2010






MAYTE
Víctor



Mi pueblo huele a abrazos
y está pintado de protección,
Macarena me asfixia de cariño
y la tía Antonia me envuelve con sonrisas,
mi pueblo sabe a lumbre y sabe a sol
y escucha las guitarras a la aurora
de Victor, que nos consuela por fandangos,
y del Parrita, que nos visita por soleares,
mi pueblo me toca el corazón
y con el romero me ablanda el alma
y me limpia el miedo del cuerpo,
aventa la depresión, aventa mis tristezas
y me sorprendo levantando la cabeza
otra vez y oliendo a Mayte, y recordándola.

***
Me fui de aquí el día 22 de diciembre, a mi pueblo, Algüera, Badajoz, y he vuelto a la residencia el 28 de enero como un hombre tranquilo. Allá quedó mi depresión, de momento. No ha pasado un día sin que echara de menos a Mayte. Nadie me sonríe como ella, nadie se alegra tanto de verme, nadie me hace tan feliz. Cuando olía el romero me acordaba de ella. Mayte me sabe a albahaca y me sabe a espliego y me sabe a menta. La echaba de menos mientras repasaba las hierbas del huerto. Lo cierto es que de Gabriel sólo me acordaba cuando mi hermana Macarena sacaba el turrón: “Que se joda Gabriel”, me decía yo.



LA ALEMANA
HeavyMetal
Has perdido el juicio por la música, como el Quijote de Cervantes con los libros de caballería.
Antesdeayer me gaste 100 € por una entrada vips en el Palacio de Deporte, para diciembre.
Iré a ver a Los Secretos. Lo doy todo, todo, por este grupo, son unos clásicos.
Pero ayer me fui a ver a La oreja de Van Goth, al Campo de las Naciones. Y me asesinó una alemana, me partió el corazón.
Mi vida y mi muerte es esta, cada uno escoge lo que quiere.
Fue un día muy especial este 18 de junio en el Campo de las Naciones.
Tuve que cruzar todo Madrid.
Cuando llego a Campo de las Naciones, que había hecho mil trasbordos ya, el ascensor de la estación no funcionaba.
Me dice la encargada: –Si consigues que un viajero te suba la silla.
Me acerqué a la escaleras. Al primer viajero le pedí ayuda.
–Súbeme la silla, que yo vengo al Palacio de Congresos.
Eran las 4 y el concierto no empezaba hasta las 9 y pico.
El señor que me subió la silla me llevó hasta el Palacio de Congresos.
Tuve que sacar la entrada de la cartera y una trabajadora de IFEMA me mandó para el otro edificio.
Acabo de llegar y se acercó una pareja de novios.
Pero llegó por fin la alemana, caída del cielo, y ya no se separó de mí.
También cogería la línea 10, cómo yo, para volver.
Todavía estoy soñando, vaya día, 18 de junio.
Pero ella se bajaba en Alonso Martínez, me abandonó.
Le impresionó mucho que un tío en una silla de ruedas fuese solo al concierto.
No sé si la volveré a ver, quiera dios que me equivoque. Estaba como un verano, qué guapa era.
Me dejó echo polvo, tirao como un perro.
Se bajó en Alonso Martínez y les dijo a unos tipos que iban a
Plaza España que me ayudasen.
Pero estos chicos iban de listos, se bajaron en Plaza España y yo continué mi camino hacia Puerta del Sur.
Llegué a mi casa de madrugada.
La alemana se había portado muy bien conmigo.
Cuando llegó la furgoneta de La oreja de Van Goth, la alemana fue corriendo hacia los músicos.
­–A mí también me gustaría conocer a la banda.
Ella me tomó la palabra y al cabo de un rato vino a por mí.
Estuve con la banda en los camerinos, haciéndome fotos. Estaban cortaos, no les saqué ni una palabra.










MINIATURAS VIII
Iñaki



Me fui de muchos sitios
y, al fin y al cabo,
lo único que conozco
son los sitios que abandoné,
porque las personas se han borrado.

Tu mirada
es como la sierra nevada,
lo esconde todo,
y tus gestos son de halcón
y tu cuerpo es la vida,
mujer.

Qué cómodo es hacer ruido
si no molestases a todos,
qué bonitos son tus gritos
si no robasen el silencio de todos,
qué bonito sería vivir
si la soledad te perteneciese.

Entiendo este mundo,
pero la realidad del cariño
y la comprensión
se despeña por el mismo pasillo
largo y duro de los gritos.

Miras un árbol
y lo ves triste,
miras el paisaje
y lo ves triste:
no ves el árbol,
era un paisaje de tu vida.

Palabras vacías,
palabras muertas,
palabras vacías,
hipocresía, falsedad,
¿buena voluntad?
No todos pensamos igual.

Camino del silencio,
camino del más allá,
camino sin destino
por el que nadie vuelve.

No estaré nunca,
no estaré siempre,
no estaré,
en el rincón de mi alma
no estaré,
del rincón de mi vida
me echan, no estaré.





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