Mayte







Víctor



Mi pueblo huele a abrazos
y está pintado de protección,
Macarena me asfixia de cariño
y la tía Antonia me envuelve con sonrisas,
mi pueblo sabe a lumbre y sabe a sol
y escucha las guitarras a la aurora
de Victor, que nos consuela por fandangos,
y del Parrita, que nos visita por soleares,
mi pueblo me toca el corazón
y con el romero me ablanda el alma
y me limpia el miedo del cuerpo,
aventa la depresión, aventa mis tristezas
y me sorprendo levantando la cabeza
otra vez y oliendo a Mayte, y recordándola.

***
Me fui de aquí el día 22 de diciembre, a mi pueblo, Algüera, Badajoz, y he vuelto a la residencia el 28 de enero como un hombre tranquilo. Allá quedó mi depresión, de momento. No ha pasado un día sin que echara de menos a Mayte. Nadie me sonríe como ella, nadie se alegra tanto de verme, nadie me hace tan feliz. Cuando olía el romero me acordaba de ella. Mayte me sabe a albahaca y me sabe a espliego y me sabe a menta. La echaba de menos mientras repasaba las hierbas del huerto. Lo cierto es que de Gabriel sólo me acordaba cuando mi hermana Macarena sacaba el turrón: “Que se joda Gabriel”, me decía yo.

No hay comentarios: