Malmeter

Conchi
Veo pasar la vida muy rápidamente a mi alrededor. Alguna vez me encontraré con mi media naranja en esta vorágine. Hay demasiados ojos, sin embargo, mirando lo que yo hago o lo que yo miro. Son demasiados los que te quieren dar consejos, ahora una cuidadora, ahora un compañero, ahora el familiar de un compañero, y terminan estropeándolo todo. Yo me he fijado, por ejemplo, en un chico que coincide conmigo en gustos y proyectos. Es un guapo rubio que me hace temblar cada vez que nos cruzamos, se me pone el pulso a cien. Pues una cuidadora, la primera que descubrió mi debilidad, me dijo que perdía el tiempo con ese chico porque bebía más de la cuenta. ¡Como si la cerveza tuviera cuentas, como una embarazada! Ya estoy hasta las narices de cuentas, por no decir hasta los ovarios. Un compañero que nos oyó discutir un día a mi rubio y a mí, también tenía un consejo que darme. –No sé qué ves en ese viejo, se lo voy a decir a tu madre, que estás por el rubio. Pues se lo dijo y mi madre ya no me deja ni sol ni a sombra. Menos mal que se va a las ocho de aquí, que es cuando anochece. Me queda la noche para pensar, pero sobre todo para buscar al rubio. Y por la noche, en la calma de las estrellas, me encuentro con la noticia de que mi rubio también está mal aconsejado. Una cuidadora le ha sancionado porque se quería pasar a mi habitación y un compañero le ha dicho que eso no se hace, que yo soy una puta. ¡Qué más quisiera yo, que no me como ni flores! Ha habido no sé cuantos más consejos, y todos constructivos, todos para impedir que mi amor se exprese, y el de mi rubio. Estoy perdiendo a mi rubio, pero la vida da muchas vueltas y no pierdo la esperanza de tropezar con un hombre que no escuche consejos que no dicta el corazón, con un hombre que me escuche a mí y escuche los latidos del mío.

No hay comentarios: