Sentada del 17 de septiembre de 2009

Asuntos pendientes...

3a. Marcha por la Visibilidad de la Diversidad Funcional
Nada Sobre Nosotros Sin Nosotros
Derechos Humanos, ¡Ya!
Madrid, 12 de Septiembre de 2009
Foro de Vida Independiente



ASISTENTE SEXUAL 2
HeavyMetal
Voy a luchar por esta chica. Ella no me engaña.
No podremos llegar a nada, ¡y qué! Por lo menos es sincera y no abusa.
La psicóloga no está conforme con mis escapadas a Montera, que vaya allí y que les dé dinero a las chicas.
Me dice: “Pagar por una paja, vaya tontería”. A mí me corta ese comentario.
Pero la chica no me hace sólo una paja. También me besa en la boca, por ejemplo.
Para ella no significa nada, pero para mí es la sensación de que hay alguien en el mundo que me hace caso.
Salgo de la habitación más feliz que entro, significa todo para mí poder pasar un rato con una mujer.
Después me siento un poco derrotado. Si no tuviera que pagar por un polvo sería la hostia.
Pero me dejo mucha pasta.
Me pide cincuenta euros. En realidad se los pago muy a gusto.
Tiran más dos tetas que mi silla de ruedas. Y ella siempre me saca algo más de los cincuenta. No me importa.
Me atiza cada beso en la boca, es la hostia, veo el cielo abierto.
Sus compañeras tienen envidia, ella me lo dice: “Eres un cliente fijo y te portas bien”.
Se lo dije al colega el jueves 7, y me aconsejó que escribiera de mi experiencia con las diosas de Montera, para el blog, mis anécdotas con las diosas.
Se llama María Laura la chica de la que estoy hablando. Siempre que me ve, me dice: –¿Traes dinero? –Cincuenta euros.
Habitualmente llevo más de cincuenta.
Si esto sale en el blog, todos me conoceréis mejor.
María Laura es como una madre. Se le bajan las bragas al verme subir con la silla desde Sol, se alegra mucho al verme.
Yo le repito: Te quiero mucho, amiga María Laura. Pero ella me pega cada corte:
–Nada de novios, Gabriel, solo amigos.
Mira que lo he hecho algunas otras veces, con otras chicas. Nunca nadie me dejó tan relajado como ella.
Le pedí permiso para follar con otras chicas. ¡Para qué se lo dije! Por poco me tira por las escaleras: –Tú follas conmigo, cabrón, que no me entere que buscas a otra.
El tercer día que me subió, me dijo:
–Tenemos que hablar.
En la habitación me pidió dinero. La verdad es que esta situación me incomodó y ya no pude correrme en todo el rato.
Me dijo que tenía una hija en su país y que ahora tenía que pagar el comienzo de curso y que no tenía dinero suficiente.
Yo sé que ella me hace el amor por dinero. Ya me gustaría a mí que no fuese así.
Al día siguiente le llevé ciento cincuenta euros y me dijo:
–¿Subimos?
–No, hoy no tengo ganas.
¿Me he dejado engañar? Yo creo que no, yo creo que sus polvos valen más de lo que me cobra.
Me da más de lo que yo le doy.


ENSEÑAR LOS DIENTES
Laura y adredista 1
En un pueblo, no muy grande, vivía Manuela, una señora bastante rica y que no se distinguía por su amabilidad. Su único afán era guardar dinero y soltar lo menos posible.
Agustina, mujer sencilla, llegó a su casa como criada. ¿Cómo aguantaría Agustina las consecuencias de aquella señora Manuela, tan egoísta?
Debería hacer la compra con el poco dinero que le asignaba. Al volver del mercado su ama siempre exclamaba:
– ¿Sólo traes esto? Es demasiado poco y de mala calidad.
–El dinero no daba para más –murmuraba temerosa Agustina.
–Pues haberlo puesto de tu bolsillo –contestaba irritada el ama.
Agustina callaba. Y la escena se repetía a diario. Hasta que la pobre criada decidió poner algo de sus ahorrillos para mejorar la compra.
Pasaron pocos días y Agustina se quedó sin dinero. Esto resucitó la ira de su señora Manuela.
Agustina ya no aguantó más y contestó:
–He puesto de mis ahorros para que Vd. se sintiera contenta y sólo he conseguido que aumenten sus enfados y sus malos humores, espero que esto tenga un final.
El ama, irritada, decide despedirla. Agustina acepta el despido con una pequeña condición, que la aguante hasta el final del día, cosa que el ama aceptó como una ventaja más.
Al finalizar la jornada, la señora Manuela presentó las cuentas según lo establecido en el contrato. Agustina, sumisa como siempre, las aceptó, a pesar de no figurar en la liquidación el dinero que había puesto de sus ahorrillos.
Se despidió con cara de alegría y dándole las gracias a la señora. Cuando el ama fue a la caja de los dineros se encontró con una sorpresa. Una nota escrita a mano decía: "He cogido por mi cuenta, de su caja, el dinero que puse de mi bolsillo, pues estaba segura de que Vd no me lo iba a pagar. Además, he añadido lo que yo considero justo, como precio por las broncas y humillaciones que me ha proporcionado sin razón alguna y que no entraban en el contrato. Espero que no se moleste por ello". Y firmaba “Agustina”, así, con todas las letras, que hay gente que sabe enseñar los dientes en el momento oportuno.


LA POBREZA
MaryMar y adredista 7
En este mundo hay gente pobre que no tiene dinero ni para vestirse, ni para pasarlo bien con los compañeros, ni siquiera para comer. Yo misma sé de una niña, María, que fue abandonada por su madre. La madre tenía una enfermedad, sufría constantes dolores en el estómago. Al no poder atender a la niña, la abandonó diez día después de nacer. La dejó en un hospital, para que la recogiese otro tipo de gente que pudiera hacerse cargo de ella. La recogió una familia muy alegre, pero que no tenía más que su trabajo como todo patrimonio.
Mientras hubo trabajo, todo fue bien. Pero pronto no pudieron ni comprarle nada para comer a María. Sus nuevos padres iban de casa en casa pidiendo comida. Todo lo que recogían se lo daban a María. En las tiendas de ropa pedían vestidos para todos ellos. Como no recogían suficiente alimento para María, esta se puso enferma. La llevaron a un hospital. Cuando la dieron el alta, para calmar sus fiebres tenía que tomar medicamentos muy caros, que no podían pagar. Como no encontraban trabajo y lo único que tenían era la casa donde vivían y no querían desprenderse de María, pues vendieron el piso. Recibieron dinero suficiente para alimentarse y vestirse, pero no tenían un lugar para vivir. Recogieron del piso mantas y colchones y se fueron a vivir al campo, en una tienda de campaña. Han pasado dos años y aún siguen viviendo así, pero ahora en un parque de JuanCarlosPrimero, en Leganés. Con el poco dinero que les queda, siguen alimentándose y malviviendo. Y María va recuperándose poco a poco de las fiebres gracias a las medicinas que toma y al cariño de sus padres.

No hay comentarios: