Leer

Rosa
Yo vivo aquí, sobre esta silla de ruedas, y me gusta mucho leer. Viajo con los libros, lo hago desde niña, me aficioné en la librería de mi padre. Los últimos libros me los ha traído una prima mía. El médico, Pasión india, y otro más sobre historia de culturas precolombinas cuyo título no recuerdo, incas, mayas, aztecas y por ahí. Carmen Soria me dejó hace poco una biografía de Gandhi que me gustó mucho. Porque me gustó me acuerdo. Mi habitación está llena de libros, esa es la verdad.
He disfrutado especialmente leyendo Pasión india. Porque mira que es raro que un marajá de Kapurtala, que tenía cuatro esposas, se vaya a obnubilar con los ojazos de una chica andaluza en un frontón de Madrid y con ella se case y tenga un hijo. Las cuatro esposas del marajá tampoco se lo podían creer y terminaron celosísimas porque el marajá no dejaba a la andaluza ni a sol ni a sombra y a ellas las tenía recluidas en un lugar muy apartado. Y con la andaluza viajaba por las capitales y los palacios del mundo, París, Londres, Nueva York, Madrid. Esta historia me ha dejado de una pieza. No sabía que unos ojos malagueños hubieran mirado tan lejos.
He leído el libro con mucha avidez. Al ir entrando en materia era el no va más. Cuando el marajá casa a su primogénito y la andaluza se encarga de organizarlo todo, ceremonia, recepción, etc., mientras las otras cuatro esposas tienen que conformarse con atender a la novia y vestirla, yo es que lo flipo, no me lo podía creer.
No sé explicarme bien esto que me ocurre con la lectura, pero leyendo las vidas de otros se transforma todo mi cuerpo, hasta el extremo de suplantar a los protagonistas o, al menos, de vivir sus emociones. Ha sido un disfrute este viaje a la India con el marajá y la malagueña. Me he identificado con ella hasta el extremo de parecerme mentira haber estado viviendo esa vida.

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