Asistente personal

HeavyMetal
Mi amiga Mónica me contestó que sí va a trabajar para mí. Sólo para pasear.
Lo estoy hablando con mi hermano, me dice que no se pueden hacer las cosas a lo loco, tengo que contar para todo con él. Y se lo tuve que decir a Mónica.
El sábado comí con mi hermano y le di su móvil.
—¿Qué quieres de ella?
—Sólo pasear, que tu hermano se va fatigando de arrastrar la silla. Me desespero de pasear siempre solo, por eso le pedí ayuda.
Hoy le mando un correo, a ver. Seguro que el fin de semana empezamos.
Ella vive con un hombre que tiene un hijo. Y Mónica, una niña. Trabaja en Gran Vía por la mañana, las tardes las tiene libres.
A ella también le apetece mucho acompañarme y cualquier tarde viene.
—Estás intentando hacer una cosa muy delicada —es lo que dice mi hermano.
Mi hermano no quiere mi felicidad, no quiere que sea feliz.
Todo me lo niega. Yo necesito que alguien me acompañe cuando salgo por ahí, los cuarenta ya es una edad seria. No quiere que mi amiga Mónica me lleve de paseo, que trabaje para mí, mi hermano no me lo permite.
Mónica no me quiere engañar. Mi hermano no me quiere como soy. Ella es una amiga, yo no quiero nada de ella, sólo pasear y un poco de compañía.
Que la tengo que pagar, bueno, ¿y qué? Por lo menos estoy acompañado.
Pero mi hermano tiene que ayudarme, porque para esto necesito mucha pasta.
Si lucho puedo perder, si no lucho, seguro que pierdo.
¡Ojalá tenga la suerte de poder contar con mi amiga Mónica! Es mi amiga, no es una cualquiera.
Por favor, amiga, yo lucho como un buen Aries que soy. Tú, Mónica, también lucha. Si luchamos juntos venceremos.
¡Cómo me preocupa este tema! Qué importante es para mí, pero como estoy tutelado no puedo decidir por mi mismo.
¡Hermano, que ya no tenemos quince años, que no somos jóvenes!
Luego, cuando hablo con él de temas tan importantes como mi libertad, va y dice que voy dando lástima
¿Y yo qué queréis que diga? Yo sé que es su mujer la que comenzó diciendo esto, es ella la que no me acepta como soy. Yo sé lo que soy y no me doy lástima para nada. Yo no tengo la culpa de querer vivir.
Luego, si hablo, soy un cabrón, dice mi hermano. Pero a ella ya se lo dije personalmente.
El texto con el que gané el concurso del año pasado, le regalé a Mónica una copia. Seguramente no pueda contratarla. Ella trabaja por las mañanas en un donutscafé.
Me preocupa este asunto. Hasta Baldomero me pregunta: —¿Se está haciendo de rogar Mónica?
Paciencia, que tarde o temprano Mónica va estar contigo.
Te emocionas.
Mi hermano se pasa demasiado: si no la pago yo, no esperes que la pague él.
Al final, tanta chorrada y tanta zancadilla para terminar saliendo juntos.
Tu hermano no te va a dar ni un duro, él, qué va.

No hay comentarios: