Sentada del 28 de agosto de 2008

COMPENSACIÓN
Pilar
Hoy hemos celebrado el cumple de mi hermano Mamen, aquí, en el CAMF. David fue temprano en su eurotaxi a recogerlo a San Juan de Dios, su residencia en Ciempozuelos. Ya se conocen de hace cuatro años David y él. David goza de toda mi confianza con respecto a Mamen, y Mamen, especial como es, de un tiempo para acá es capaz de expresar con más claridad lo que siente o lo que necesita. También, de dar un buen trato a los que le rodean. Estuvimos acompañados por Inma, Paqui, Auxibio, Gerardo. Más tarde se acercaron, a felicitar a Mamen, Gena y algunos más del personal que labora en el CAMF.

Actualmente, Mamen disfruta todo lo que tiene. La vida le puso en el trance de una meningitis cuando tenía ocho años, como para delimitarle sin atenuantes sus marcos de referencia. De la mesa donde comíamos, se levantó para caer fulminado. En ocho días que estuvo en coma, se perdió el hijo y el hermano al que estábamos habituados en la familia y llegó ese nuevo hijo y hermano en el que se convirtió Mamen, con toda su problemática exenta de malicia. Ha tenido períodos más agitados, pero a partir de que le administran cierta medicación, la estabilidad adquirida al fin hace posible que celebraciones como la de su cumpleaños haya sido especial en muchos sentidos.
A los dos meses de que Mamen pasara el período crítico de su enfermedad, murió mi padre víctima del agobio y los achaques que arrastraba, y que ya le habían afectado el corazón. A mí también me cambió la vida para siempre: además de mi niñez sin niñez, por tener que hacerme cargo de muchas de las labores de nuestra casa desde los diez años, más pronto que otra cosa había de presentárseme la ataxia... que yo también tenía una cita con algo gordo. Mi madre empezaría a gastar mucho dinero y energías en diagnosticar mi enfermedad, poco conocida hasta entonces. Mi madre murió cuando estudiaban mi enfermedad en el Hospital La Paz.
Cuando pasó la etapa aguda de la meningitis, Mamen estaba con nosotros los fines de semana y el resto de la semana permanecía en el Centro Psíquico Fray Bernardino Álvarez, por el rumbo de Ópera. Creo en las compensaciones. Un día como hoy, tan especial, mis amigos celebrando con él y conmigo el cumpleaños de Mamen, lo demuestra. A veces las pérdidas más grandes regresan a nosotros en forma de una brisa suave que nos alivia y prepara para otras pruebas.
Si al menos recordáramos las ocurrencias de Paqui esta tarde, si nunca se nos olvidasen ya...


ACCIDENTES
Fonso
Cuando vivía en Alicante, la Residencia Sanitaria no quedaba lejos de mi casa. Si no era por un cosa era por otra, visitaba la Residencia más que la iglesia. Las pruebas que me hacían allí me aburrían mucho y procuraba distracción hablando con los demás enfermos. Los que más me llamaban la atención eran los heridos de accidentes de tráfico, una verdadera peste. Había atropellos a diario y todos terminaban allí, en la Residencia, perplejos. Recuerdo especialmente a un chico de unos 20 años, moreno, la nariz aguileña y las orejas muy grandes, con un bigote muy gracioso y el pelo largo de hippy, que tuvo el accidentes no sé dónde, pero que contaba que el coche había quedado para el desguace. Figúrate la ostia, tú, un coche casi nuevo, y siniestro total. Me contaba con cara un poco triste lo que le había sucedido, y que gracias a Dos había podido salvar la vida. Vi que tenía el brazo escayolado y que no andaba. Había muchos enfermos en la planta y tardaba siempre unos días en enterarme bien de cada caso, que si éste está por alguna ataxia, como yo, que si el otro se ha caído, que si lo de aquél es de nacimiento o lo del otro un dolor de cabeza. Los más divertidos eran los accidentes, me impactaban más, una carnicería era aquello. Cuando me enteré de que a este chico hippy le iban a amputar las piernas, ya no me separaba de él. Él me decía que no se lo iba a permitir al traumatólogo y , según me lo contaba, la cara se le entristecía y casi lloraba. Yo le animaba. Pues si no hay más remedio, tendrás que aceptar que te las corten, le decía yo. El chico tenía 20 años, pobre, y contestaba: ¡A ti te dará lo mismo pero a mi no! ¡Es una gran desgracia vivir sin piernas! ¡Ni novia podré echarme ya! ¡Nadie me querrá¡ Yo le miraba desde mi silla de ruedas y sonreía, condescendiente.


CULITOS
Peva
En junio, muy al principio, cuando todavía el calor no se ha metido en mis huesos hasta atocinarme, me voy algunas tardes a darme una vuelta por el foro. Vivo en un pueblo muy cañero, Leganés, que aquí hasta los alcaldes lo dejan llegado el caso. Pero Madrid en primavera es una ciudad muy hermosa y sus rincones me atraen como el café con leche, esos maravillosos rincones tan bulliciosos y llenos de vida que te adsorben en su seno y te gritan ¡vive todo lo que puedas! Sus calles te acogen y te animan a hacer hoy lo que tal vez mañana ya no puedas hacer. La verdad, Madrid en primavera esta que se sale. Sus terrazas, sobre todo, parece que te llaman, invitándote a beberlo todo, no importa lo que sea. Lo que vale es sentarte en la mesa –en realidad, yo circulo con la silla incorporada, ya sabéis– y desde esta situación de privilegio ver la vida pasar. Ahí sentada, en estas terrazas, es cuando sientes que el verano te acaricia con su brisa para que no te agobies. Y te sientes tan bien que la vida te parece mas bella, mas fácil, una hermosura. Las penas se van diluyendo lo mismo que el hielo en tu vaso. Y sufres la mas maravillosa transformación que ninguna imaginación pueda dibujar. En esos momentos es cuando te das cuenta que la vida es un suspiro cargado de aromas. Y te pones a olerlas todas, pero con tanta intensidad y tan profundamente te penetran que mi cabeza se merea de tanto placer... Y pasan los niños patanegra con sus culitos respingones y pizpiretos, que da gusto mirar. Sólo en las terrazas de verano se ven los auténticos culitos patanegra, que los marranos que se revuelcan por esas camas de dios son otra cosa, auténticos se ven pocos... Pues, aunque parezca mentira, yo cuando me siento a mirar en una terraza suelo ser casi feliz...

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