Pastelitos

Conchi
Con 3 ventanas a la calle, así era mi piso. Mi cine eran las ventanas y ante ellas me pasaba la mayoría del tiempo. Mi madre estaba comprando o cocinando, y yo mirando por la ventana. Sólo veía chicos, a todos los que pasaban por allí, y con unas motos impresionantes. Me pasaba casi todo el día observando, los chicos iban muy bien vestidos, con corbata y camisa y pantalones vaqueros. Sobre todo me fijaba en los culos, los tenían muy bien puestos. Los mejores, los chicos jovencitos de 15 años. Yo nunca he podido andar, pero mi ilusión era estar con ellos. Me gustaban todos en general, pero los que vestían traje con corbata, más. Si encima eran morenos con los ojos verdes, me volvía loca. Desde mi ventana me enamoraba de todos, pero no podía pillarlos porque no puedo andar. En realidad nunca me he atrevido a decirle a ninguno que me gusta porque pienso que me van a rechazar. Por aquel entonces no tenía silla eléctrica y vivía en un tercero, que es un cuarto porque hay una tienda en la planta baja. Teníamos ascensor, pero muy pequeño. No podía salir sola. Si salía de casa, era con mis padres o con mi hermano. Y según como estaba el tío con el que me cruzaba, le daba los buenos días o no. Si era viejo no se los daba, si era gordo no se los daba, si era feo no se los daba. En fin, sólo saludaba a mis pastelitos de crema. Ahora vivo en la planta baja del CAMF y no miro por la ventana porque no hay nada que ver, como no sea al jardinero, que tiene novia. Desde que vivo aquí sólo me salen ligues viejos que mando a Parla, “Vete a Parla a mamarla”. Por suerte, ahora sí tengo silla eléctrica y a veces me escapo y me despisto por ParqueSur por si encuentro algún segurata que valga la pena.

No hay comentarios: