Historia de dos enamorados

Isa y adredista 6
Era una chica llamada Isabel. Tenía un novio llamado Antonio con el que llevaba nueve años saliendo. Después del quinto año, Antonio tomó una decisión práctica y decidió llamarla Isa; ahora todos la llaman de ese modo. Antonio estaba sano y cuidaba de Isa: la lavaba, la sacaba a la calle, la llevaba a ver escaparates y compraban ropa para los dos. Era un gran cocinero y el primer culpable de que Isa hubiera ganado muchos kilos. Culpable de su gordura también era el hambre que le provocaba el que hicieran el amor a todas horas y conforme avanzaba el día también avanzaba su delirio. Por ahí de las tres de la mañana ella lo llamaba Judas porque traicionaba su promesa de amarla por siempre e invariablemente la atragantaba con la última cena que invariablemente consistía en una pizza de chorizo con pepperoni y anchoas de Santoña. Isa no conseguía salir de su depresión, que era tal que en ocasiones sentía que no encontraba explicación a por qué tenía que estar en una silla de ruedas. Antonio la dijo que no tenía importancia, que podía hacer el amor muy bien aún siendo minusválida. «Sí claro, para ti es muy fácil decirlo. Tenías que estar como yo y sentir lo que siento yo por cinco minutos». Él dijo, cariñoso, «está bien, puede que tengas razón; lo tendré en cuenta» mientras añadía tres huevos más de los acostumbrados a los ingredientes de la pizza que él solía probar en cada vez más raras ocasiones. «Ven aquí Juditas» le dijo ella mimosamente una vez que hubo metido la pizza en el horno. Se liaron una vez más a hacer el amor y solamente el olor a quemado que empezó a salir de la cocina pudo interrumpir el clímax que se aproximaba. «Por un momento pensé que mi calor era demasiado para ti» bromeó él mientras saltaba para impedir que la cena última de ese día quedara hecha cenizas.

Antonio tomó otra decisión de las suyas y sin avisarla se fue a trabajar de camarero en una terraza de Benidorm. Desde hace dos años no lo ha vuelto a ver. Se enteró que había caído en una depresión y que había subido mucho de peso. Que vivía con otra chica que era una gran cocinera, que lo lavaba, lo sacaba a la calle y lo llevaba a ver escaparates.

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