Ir tirando

Conchi
Ahora ya no es como antes, ahora Lourdes deja las cosas para luego. Si tiene que fregar la casa lo hace en dos veces. Antes le pedía a Andrés ayuda para que le quitase las ventanas del cuarto porque ella no se podía subir y ahora, desde que ha muerto Andrés, lo va haciendo poco a poco, porque dice que ella está sola y nadie lo ve, si está la casa guarra como si está limpia. Eso sí, va a la compra, se compra lo que quiere de comida (¡ah!, no le gusta el pollo ni el conejo, le gusta el cerdo) y viene a ver a su amiga Irene en el CAMF de Leganés casi todos los días. Su amiga Irene está en una silla de ruedas y no se puede mover. Lourdes hace voluntariado con la Cruz Roja y cada día la mandan una cosa distinta, que vaya a ver a abuelos a sus casas para entretenerles un poco, pero los lava, los saca, los llevar la comida hecha. Los martes por la tarde los acompaña al cine, porque sólo cuesta 1 euro. Luego meriendan en Rodilla, se comen un taco de verdura y cada uno se pide lo que quiere y se paga su café, que así no hay líos. Algunos sábados se queda con sus nietos mientras su hijo y su nuera van a comprar. Los saca a pasear al sol y les compra chuches. La niña, que tiene 3 ó 4 años, como no se entretiene con nada y quiere todo el día ver películas de vídeo infantiles, no hace más que tirar de su abuela para volver a casa y que le ponga la tele. El niño, que es más pequeño, tiene el pelo rubio y es más gordo que su hermana. Antes se pasaba el día llorando y su abuela no se podía mover de su lado, hasta que le salieron los dientes. Y ahora es hiperactivo y no deja parar a la hermana un momento. La tira de los pelos, siempre la está pegando o tirándole bocados. Lourdes acaba agotada después de estar con ellos y se tiene que sentar. Qué ganas tengo de que lleguen tus padres para que se encarguen de ti, que no eres más malo porque no puedes. A ver si tus padres te controlan un poco, porque yo ya me he hecho mayor y no tengo tantas fuerzas como cuando era joven, y que te busquen alguna distracción los sábados. O que te dejen con tus primos, que jugáis más tiempo y así te entretienen y no das tanto la lata. Los domingos Lourdes se queda en casa descansando tranquilamente, porque el lunes tiene que volver a cuidar a los abueletes. No tiene mucho tiempo para sí, ni se pintar ni se arreglar, y se pone cualquier cosa encima. Por la noche, cuando se mete en la cama, echa de menos a su marido. Con el paso del tiempo se va curando la herida y ya no llora cuando se acuerda de él, que es cada vez con más frecuencia.

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