Castillos en el aire

Juani
Estaba tumbada sobre el frescor de la hierba. El sol me daba fuerte y hacía calor. Era un día de estos de verano, así, bochornoso, y yo miraba al cielo y observaba las nubes, que corrían delante de mis ojos. Cada una tenía su forma: unas tenían forma de cordero, otras de oveja, otras de vaca… Y entonces yo me imaginaba cabalgando sobre cada animal y surcando toda la tierra. Iba viendo cada país, quien los habitaba y si las tierras eran de secano o de regadío. Las tierras de secano, yo las conozco muy bien, me preocupaban especialmente, pues observaba los campos empobrecidos, y entonces yo imaginaba que con mi mano simplemente decía "que todo este terreno se haga fértil". Luego lo pensaba mejor y me convencía de que eso no podía ser. Porque era todo tan hermoso. Así estaba bien hecho el mundo, tenía que haber de todo, parte seca, parte fértil… Y entonces, una llamada me devolvió a mi mundo, que es un poco enrevesado, la verdad.

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